ESPECTACULOS
MARTÍN GARABAL

“Creo que hay un público para todo”

El comediante, autor, historietista y actor estrena años después la tercera temporada de Famoso, el show de falsas entrevistas con celebridades argentinas. Acaba de finalizar su paso por Últimos cartuchos y reflexiona sobre la generación de humoristas y creadores locales a la que pertenece.

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Creatividad. E creador se ha convertido en una de las voces más poderosas de la comedia actual local. El regreso de “Famoso” lo prueba. | nestor grassi

Cuando yo hice las dos primeras temporadas de Famoso para mí el chiste estaba agotado en términos de ‘un chabón joven que es medio boludo y hace entrevistas’”, dice Martín Garabal. Y agrega: “Hice veinte entrevistas de esas y ya estaba”. Famoso fue un ciclo de cortos que Garabal realizó hace algunos años, y sí, la fórmula “boludón que entrevista a famoso que sale en Jorge Rial” era la clave de aquellos micros que se veían por la pantalla de I-Sat en un determinado momento. Pero era tan solo una de las formas, de las muchas, en las que Martín Garabal ha mutado la comedia argentina a partir de pequeñas, y no tanto, detonaciones de virales (¿quién no extraña a Salchi?) y de popularidad radial (en el recientemente finalizado Últimos cartuchos), de batea (su vínculo con los cómics como creador y editor) y de redes (sus cortos animados, sus series animadas en su productora Grandes Éxitos, junto con Ariel Martínez Herrera). Así, Garabal ahora vuelve a Famoso, disponible en Flow, con una temporada donde su entrevistador, el boludón, quiere hacer un largo de ficción “con los mejores actores de la Argentina”. Y ahí están Adrián Suar, Guillermo Francella, Mercedes Morán, Leonardo Sbaraglia, Eva de Dominici, Lali Espósito y más. Todo aquello que hace Garabal suele distorsionar lo que es la típica visión, sea insurrecta u obvia, de las celebridades locales. Ni el “maestro” o el “cómplice no tan cómplice”. Y eso es algo que Garabal hace en sus producciones, como gran parte de su generación, pero también por una personalidad creativa distinta (no hace, por ejemplo, stand up): se siente en él la posibilidad de otra forma de ver a la celebridad, más inteligente, menos obvia y menos limitada por la mediocridad de los medios. 

   —¿Cómo manejas la improvisación de cada episodio de “Famoso”, junto a nombres como Adrián Suar, Guillermo Francella o Mercedes Morán? 

—En general, la mayoría del material es improvisado. Pero está la idea del recorrido, que en muchos casos es una hoja de ruta que yo tengo generada internamente, puntos o momentos que yo quiero atravesar. Con el transcurso de las temporadas, sobre todo esta última, ese recorrido se puso más explícito por una necesidad de tener que grabar en una misma jornada la entrevista y las escenas del corto de ficción del capítulo final. Frente a esa necesidad de agenda, si bien nunca había un guion ni les decíamos a los entrevistados “decí esto y yo digo esto”, quedaba en claro que es una ficción más con una cuestión de instinto que de guion. A algunos invitados me cuesta más llevarlos al tono que necesito que a otros. Supongo que por una cuestión generacional, por una cuestión de tonos, de llevarlos al “como si…”, a jugar al “como si fueran ellos” en la nota, pero entender que en realidad no lo son, y ver si dan el paso y juegan a ser desagradables o estúpidos.

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—¿Cuán difícil es hacer comedia en Argentina considerando la empresa económica que representa?

—Bastante. Depende de qué tipo de comedia quieras hacer. Yo estuve viendo, estudiando, investigando mucho del género comedia. Cuando hice Famoso no me quería asociar con la idea del comediante. Pensaba “no, yo soy director, y hago esto, y no quiero que el humor sea la única disciplina”. Y con el tiempo me fui amigando con el término comediante, porque también me fui interiorizando más en el género comedia, en parte gracias a las entrevistas de Jerry Seinfeld en Comedians in Cars Getting Coffee, de escuchar hablar a personas distintas con miradas muy distintas. Uno puede hacer una comedia estilizada como hace Edgar Wright, o una estética berreta como Diego Capusotto, o podés hacer un absurdo. Depende de dónde quieras apuntar, de las chances que tenés. Si querés hacer algo sofisticado, no te da ni para un set. Famoso se hace a dos cámaras. Una cosa es el nicho en un país grande, que le vende al mundo entero (es factible que seamos fans de cosas que allá no son tan populares).

—¿Cuál creés entonces que es el gran error de la comedia en Argentina?

—No creo que haya un error. Creo que hay público para todo. Hay equivalentes para todos. Hay una comedia picaresca, más popular, aunque hay comediantes populares que me encantan. A mí lo que no me gusta es la subestimación del público, me gusta que haya un fuera de campo y que haya algo que completa el espectador. 

—¿Te considerás parte de una generación que vino a cambiar cosas en la comedia en Argentina?

—Hay un montón de contemporáneos míos que me encantan. A mí me tocó desarrollarme en paralelo a Piroyanski, a Julián Kartún, a Malena Pichot, a Charo Lopéz, a Migue Granados. Más: Jorge Pinarello, Noelia Custodio, y más. Hoy hay gente más joven a la que miro con cariño y respeto. Es muy lindo admirar a tus contemporáneos. Creo en muchos casos de los que acabo de mencionar, hay una gran curiosidad, y mucha atención a que haya mejores formas de refinar dispositivos para hacer comedia. Por los temas, por cómo incorporar una identidad y una ideología al trabajo, y una estética. Por todo.

—¿Cuánto te cambió la experiencia popular de “Últimos cartuchos”?

—Fue una experiencia superenriquecedora. No se parece a nada. No hay en ningún medio en el que yo haya estado algo que genere eso que se dio en la radio. Intentamos respirar un vínculo colectivo, Vicky, Lucas, Migue y yo. Eso se fue puliendo, y apareció una cuestión rítmica muy buena, muy linda. 

—¿Cuán difícil es lidiar con lo políticamente correcto haciendo comedia en este momento? 

—Mirá, yo creo que hay confusiones en el orden de lo políticamente correcto. Porque hay gente que piensa que ser políticamente incorrecto es ser agresivo porque sí, ¿no? Hay gente que confunde cierta cuestión irónica con la literalidad. Es un mundo que cambia tanto y tan rápido, y en el que entran en la discusión pública tantas voces que nunca fueron escuchadas, que a veces lo más interesante es parar, mirar el panorama, recalcular, ver qué tomás y qué no tomás, y en todo caso es cuestión de refinar los mecanismos en cuanto a lo que uno cree y lo que no.

 

Las plataformas y su posibilidad 

—¿Cómo generás la hoja de ruta de a qué famoso entrevistás?

—El corto fue la única excusa que yo encontré para hacer la serie. Si bien para algunas personas puedo ser reiterativo, trato de que las cosas tengan un timing y un ritmo, y no abusar de un recurso. Cuando se me ocurrió esta idea de cómo sería si a este pibe se le ocurre filmar una película con actores de primera línea (pero actuando algo que es una porquería), ahí elegí a los actores más famosos del cine argentino.

—Tenés mucha vida en las redes sociales, pero la mayoría de tus posteos son de comedia, se ríen del medio. ¿Cómo llevás esa presencia? 

—Hacer cierta observación como si estuviera fuera pero estando dentro. Parodiar estructuras y ciertas maneras de comunicación. Me gusta mucho divulgar las cosas que me gustan. Ilustradores, artistas, animadores. Estoy logrando que haya gente a la que le copa la curaduría de las cosas que hago. Creo que tiene que ver con una vocación docente no resuelta. 

—¿Cuál es el escenario ideal para tu comedia?

—Me gustaría que la llegada de las nuevas plataformas, de streaming, vaya acompañada por mayor producción nacional, y en ese sentido armar equipos de gente para hacer contenidos de ficción o entretenimiento un poco más grandes. Con la posibilidad de darnos tiempo, de llamar a aquellos con quienes queremos trabajar, que si se va a hacer algo, pueda ser desarrollado. No solo lo quiero como creador. Lo quiero como consumidor. Me pasa que en el caso de mucha gente pienso: “Denle ya a esta persona un millón de dólares para que haga lo que quiere hacer”. Lamentablemente no hay oportunidades para todos.