Fue Alejandra Flechner el motor de uno de los éxitos de la temporada teatral porteña. Ella acercó al Teatro Cervantes Tarascones, la obra del dramaturgo Gonzalo Demaría que acaba de terminar a sala llena su recorrido y que volverá al mismo teatro en febrero de 2017. Resultó un éxito la desopilante historia de cuatro grotescas ricachonas que mantienen encerrada a una impotente empleada doméstica acusada de un delito para ellas imperdonable: una supuesta patada al perrito de la mansión. En septiembre y octubre irán de gira en teatros de la provincia de Buenos Aires, Misiones, Rosario y Mendoza. “Nos conocemos hace mucho con Gonzalo Demaría. Ibamos a cruzarnos en una película de Alfredo Arias que al final no se hizo y él terminó mostrándome esta obra, que me cautivó de movida. Le vi un enorme potencial –cuenta Flechner–. Me divertía que sea en verso, me gustaba que fuera un elenco de mujeres y me parecían hilarantes los personajes, esas cuatro señoras de clase alta que desatan tan desprejuiciadamente toda su monstruosidad. Por suerte, Rubens Correa y Claudio Gallardou –en ese momento autoridades del Cervantes– pensaron lo mismo. Todos creímos que Ciro Zorzoli era el director ideal para el material, trabaja muy bien con el impulso de lo que va a apareciendo en los ensayos y se conecta mucho con los actores, lo que te dice siempre está en perfecta sintonía con lo que va sucediendo en la escena. Se armó muy pronto el juego entre nosotras, enseguida tejimos los vínculos. Y eso es clave en el teatro”.
Además de Flechner, en el elenco de Tarascones hay otras tres grandes: Paola Barrientos, Eugenia Guerty y Susana Pampín. Durante los meses que estuvo en cartel –con cuatro funciones semanales–, fue complicado conseguir entradas. Casi siempre, hasta minutos antes de cada función, hubo gente esperando frente a la boletería. Flechner opina que una de las explicaciones de ese suceso es la relación que se puede tejer entre la obra y la coyuntura política argentina: “Me parece que lo que pasa con estas señoras bienudas que se despellejan entre ellas y que, si pudieran, despellejarían sin piedad a toda la negrada que las circunda tiene mucha resonancia en la actualidad. Tiene otro sentido y otro valor hacer esta obra ahora. No hablo de alegorías, pero la obra sí propone un campo de asociaciones muy amplio. Cada uno podrá sacar sus propias conclusiones... Yo creo que vivimos un cambio muy fuerte a partir de la llegada de este gobierno. Están pasando cosas que a mí me resultan difíciles de digerir. Y la obra tiene una crueldad, un costado bestial, salvaje, con unos personajes monstruosos divagando en un mundo muy delirante, que conecta con lo que está pasando en el país. Tiene algo de Copi, también. Es un tipo de bestialidad muy reconocible para los argentinos”.
Flechner también llevó a cabo un trabajo notable en Inseparables, la película de Marcos Carnevale protagonizada por Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna en una remake de Amigos intocables. En ese largometraje, interpreta con solvencia ymucha gracia a una colaboradora muy cercana al protagonista, un hombre tetrapléjico rodeado de ayudantes y muy necesitado de afecto. “Creo que mi personaje creció con respecto al de la película original. Hablamos bastante con Marcos y pudimos engordarlo, darle más relieve. No me costó armar el vínculo con los personajes de Oscar y Rodrigo porque son dos grandes actores. Ellos facilitan las cosas. La película tiene más humor y bastante más emotividad que la francesa. Tiene una visceralidad que es muy argentina”.
Una viajera sin brujula
“Yo de chica no sabía que me iba a dedicar a la actuación”, revela Alejandra Flechner cuando habla del origen de su contacto con un oficio que domina. “Estudié música hasta los 16 años y pensé que me iba a dedicar a eso. Después iba a estudiar filosofía o letras, y a la vuelta de un viaje a Brasil con un novio tuve ganas de ser bailarina a los 18 años. Al final dejé y probé con la actuación, tomando clases con Miguel Guerberof. Y encontré un vínculo entre la danza y la actuación en el flamenco, la combinación perfecta”. Integrante de las Gambas al ajillo, todo un emblema del under en los 80, Flechner hizo una carrera llena de matices: filmes como Besos en la frente y Yepeto, ganó un Martín Fierro por la comedia Señoras y señores, se destacó en Resistiré, Mujeres asesinas, Ciega a citas y En terapia, y fue una de las protagonistas del éxito Confesiones de mujeres de 30. “Elegí la actuación como resultado de estar siempre buscando algo –dice ella–. Siempre fui un poquito viajera sin brújula”.