El único legado al que todos comenzaron a referirse después de su muerte, el 19 de julio de 2007, era el de su obra artística. Más allá de la aceptación de las academias, el rosarino Roberto Fontanarrosa había escrito para un público efusivo y fanático, como el de las tribunas de su casi mítico Rosario Central. Los homenajes se multiplicaron. La venta de sus libros –y la promesa de tantos inéditos- crecieron.
El último 2 de noviembre, Gabriela Mahy (62), segunda y última esposa del escritor y caricaturista, presentó una demanda contra Franco Fontanarrosa (25), el único hijo de Roberto con su primera esposa, Liliana Tinivella. La batalla, que había comenzado meses antes de que Fontanarrosa muriera, y que lo tuvo como principal interesado hasta pocas horas antes del fin, es por la titularidad de todos los derechos intelectuales –y en consecuencia por el usufructo de sus regalías- sobre su obra artística y literaria.
Con más de 60 títulos publicados en todo el mundo, títulos inéditos por publicar, diversos proyectos cinematográficos y adaptaciones para el teatro y la televisión, los herederos del humorista rosarino podrían percibir sólo por sus derechos de autor alrededor de 100.000 dólares anuales durante los próximos 70 años. “Lo primero que hizo Gabriela Mahy apenas murió el Negro –desliza un allegado a Franco Fontanarrosa- fue ocuparse de la herencia”.
En tanto, de acuerdo a la demanda de nulidad presentada por los abogados de Mahy ante el Juzgado Civil y Comercial Nº 12 de Rosario, “movido no por el amor, tal vez por el egoísmo o el despecho”, Franco habría comenzado a ocuparse del mismo tema en el 2005. “Atropellando la integridad y dignidad de su padre en un inadmisible aprovechamiento de sus debilidades”, cita la demanda.
Los detalles de la batalla por la herencia, que comenzó en 2005, en la edición impresa de la Revista Noticias .
