ESPECTACULOS
Julio Chavez e Ines Estevez

El acto irrenunciable de enseñar

Con 13,5 puntos de promedio, el miércoles se estrenó El maestro. Los protagonistas de la miniserie de 12 epidodios cuentan cómo se prepararon para componer los personajes, y apuntan sobre la enseñanza actual: “El sistema educativo me parece horrible”, dispara Estévez.

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Con 13,5 puntos de promedio, el miércoles se estrenó El maestro. Los protagonistas de la miniserie de 12 epidodios cuentan cómo se prepararon para componer los personajes, y apuntan sobre la enseñanza actual: “El sistema educativo me parece horrible”, dispara Estévez. | el trece

Ya se los puede ver todos los miércoles a las 22.45, por El Trece, al día siguiente pero a las 22 por TNT y, para los más ansiosos que tengan Cablevisión Flow, están ya disponibles los 12 capítulos que integran la miniserie El maestro, con Julio Chávez e Inés Estévez. Ellos reflexionan sobre el trabajo que ya está en el aire.

—¿El arte se puede enseñar?

CHAVEZ: Habría que resolver el primer problema sobre qué es el arte. Desde mi punto de vista, uno puede colaborar para que alguien se meta en los problemas del arte. Hay diferencia entre tener una experiencia artística –la tienen todos– y producir un hecho artístico. Soy de los que creen que es el arte el que selecciona al artista. Nadie hace nada solo, aprendemos un lenguaje, estamos en una tribu y no escapamos de ello. La relación con los elementos artísticos en su área, ese vínculo, proceso, encuentro o querer es azaroso en el arte y nadie lo puede comunicar al otro. Hay sí colaboradores fundamentales, personas que tienen a sus esposas, otros a su situación e historia. Nadie es autónomo, siempre hay ayudantes, pero el hecho artístico no se puede comunicar a nadie.

ESTEVEZ: A priori, pienso que no. No aplicaría la palabra enseñar, la siento dogmática. Se puede depurar, descubrir, y me parece que todos venimos con arte adentro. Los niños juegan a ser otros, son lúdicos. La expresión creativa es inherente al alma humana, el descubrirla viene después. Se puede guiar para depurar a los que tienen esa cualidad y lo ven. La expresión creativa es una pulsión vital, primaria, que todos traemos como la de comer, respirar, la sexual. Salvo que la artística y la sexual no dicen que podemos vivir sin ellas, pero las tenemos latentes siempre.

—¿Nuestra sociedad respeta a los maestros o a los docentes?

E: Tengo una postura muy crítica sobre el sistema socioeducativo. Me parece horrible, porque está basado en masificar y en no detectar o negar las singularidades. El verdadero maestro debería buscarlas, pero sería imposible que se atenga a reglas iguales para todos los seres humanos.

Ch: El conocimiento está en un lugar más bajo, porque hoy por hoy la figura del docente es reemplazada por la computadora. También la mano de obra del hombre está desprestigiada, el pensar, el estudiar, como el ser humano en general. Nuestros profesores eran nuestros Google, nos guiaban por dónde ir. En la actualidad, los niños tienen más relación con los dedos que con los maestros. Muchas personas creen que el vínculo no es necesario. En arte es otro tema. El hecho de un ser humano frente a otro es fundamental, no puede ser reemplazable. El león le enseña a ser león a otro, pero ¿cómo se enseña a ser hombre?; es una pregunta filosófica.

—Aparece el tema de las ex parejas…

Ch: Está el apasionamiento, el gusto, el amor por el oficio y cómo se entrecruzan los afectos. Lo más fallado que tienen ambos personajes es el vínculo amoroso. Me gusta poner sobre la mesa lo que puede parecer romántico. Este maestro no es nihilista, tiene fe, incluso en el resentimiento, que puede producir enfermedad, como la falta de memoria. Aquí se respetan los dolores pasados. Mi ex mujer, que encarna Inés (Estévez), se quedó enganchada con este ex marido. Los problemas y las heridas nos constituyen en las singularidades, Hoy por hoy, parece que nadie puede tener un dolor largo. Es como la formación, implica siempre tiempo. Esta serie presenta otro ritmo televisivo, transgrede, hay música clásica, se habla de una disciplina que se inicia muy joven y que es muy corta. En el arte es más fácil la autonomía que en el amor. La relación que tenés con el arte para mí es la más amorosa que he tenido con la humanidad, y es a través del trabajo. Tuve muchos otros vínculos, pero nunca tan amorosos. Aquí eso se plantea.

—Tu protagonista es homosexual. ¿La televisión le abrió las puertas a este tema?

E: Paulina está en pareja con otra bailarina, sin hacer hincapié. Se sabe que viven juntas, pero no hay morbo. Forma parte de la historia porque es la realidad, sin detenerse allí. Mi personaje es muy apasionado, pero no pudo capitalizar positivamente una instancia coyuntural de su vida. Tiene un gran dolor, una herida que forma parte de su espíritu muy teatral. Muestra la necesidad de protagonismo. Todo el tiempo se habla de pasiones, por el arte y por las otras personas, también de los sueños de cada uno. Aquí se vuelve a la idea de la formación que requiere templanza, pasión, disciplina, constancia, entrega, persistencia, ilusión, esto por lo general no habita en la educación, pero sí en esta disciplina, como es la danza.

—Hablan del Teatro Colón: ¿se filtran más datos sobre Argentina?

Ch: Hay algo que parece muy propio de aquí que es la dificultad que existe para que alguien que se dedica a la danza pueda sostenerse. Esta área del arte siempre falta. Si comparamos la cantidad de becas con los postulantes, nos damos cuenta. Cuando hay crisis económicas, los estudios de danza son los primeros en sufrir el cimbronazo. Sus alumnos son pequeños y sus padres deciden sacarlos. Aquí se plantea la necesidad que tiene esta joven de ganar esa beca. Buenos Aires tuvo siempre mucha suerte: por ejemplo, Nijinsky estuvo dos veces aquí en el Colón. Si escuchás a Raúl Candal, él recuerda a los grandes maestros que llegaron desde Europa. Fueron rusos, ingleses o franceses los que les trasmitían un conocimiento muy importante. El maestro busca sumar dos temas. Los docentes que interpretamos Inés y yo fueron formados en otro momento y hoy sobreviven en la contemporaneidad de vínculos. Vivieron un tiempo donde todo era menos efímero, hoy es mucho más liviano. Antes también había dificultades pero estabas dispuesto a atravesarlas, ahora siento que se quiere zafar, buscar atajos, los hay y son muy variados. Extraño el sacerdocio… no se resuelve eliminando ni la diversidad ni el problema. Muy tímidamente, en 12 capítulos El maestro pone sobre el tapete varios interrogantes como: ¿estamos mejor? ¿Es así? ¿Cuáles son los problemas de quien quiere enseñar y quien quiere aprender?


Más alla de la television

El maestro tiene libro de Romina Paula y Gonzalo Demaría, con dirección de Daniel Barone. En el elenco, además de Inés Estévez y Julio Chávez, están Juan Leyrado, Carla Quevedo, Luz Cipriota, Eugenia Guerty, María Socas y Abel Ayala, entre muchos otros.

Ella, Inés Estévez, ya dejó la piel de Paulina y está filmando la película Dolores, del cineasta Gonzalo Tobal (Villegas, 2012), donde encarna, junto a Leonardo Sbaraglia, a los padres de Lali Espósito. “Es un film muy dramático, oscuro, que muestra una mirada testigo sobre una familia muy endogámica en la cual la hija es acusada de un asesinato”. Pero no puede desprenderse de los recuerdos que le dejó El maestro y subraya: “Hay fe en la alumna, se espera el resultado artístico. Es el encuentro entre tres personas, unas con un pasado –las que encarnamos Julio Chávez y yo– y otra con futuro, pero todos tienen la misma pasión por la danza. No sé si siguen existiendo compañías municipales o nacionales. Aquí tenemos el Colón, que es un teatro deseado por bailarines y cantantes líricos en el mundo, con un reconocimiento muy importante”.

Julio Chávez continuará en el teatro El Nacional con la obra Un rato con él, junto a Adrián Suar, Manuela Pal, Marcelo D’Andrea y Francisco Lumerman, de jueves a domingos, hasta noviembre. Vuelven en enero y después de julio iniciarán giras. Ahora recuerda cómo fue investigar sobre el mundo de la danza. “Hace más de un año que Adrián Suar me llamó para contarme la idea y a las dos semanas empecé a prepararme. Aun sin saber si el programa se iba a hacer, tomé clases con Raúl Candal, bailarín y maestro del Colón. Soy un ignorante, por eso busqué aprender. Leés los libretos y ves que debés enseñar El espectro de la rosa o El corsario, e inmediatamente comprendí que debía haber una manera específica de hacerlo. Nuestro programa muestra, no habla de la enseñanza ni de los maestros. Es un cuento, hay un héroe, personajes buenos y malos, el gusto de enseñar y la dificultad de aprender. Tampoco influye el amor que alguien tenga por su oficio para ejercerlo bien, eso no alcanza”.