Desde 2002 va y viene de Bogotá, Colombia, a Buenos Aires, Argentina. Pero esta vez el regreso tuvo otro sabor, el dulce, el de Sweet Charity, la comedia musical de Broadway que se estrena el miércoles 4 en el Teatro Lola Membrives, con Florencia Peña y Nicolás Scarpino. “Vine en julio porque allá no tenía nada muy fijo. Así que aproveché y me quedé un poco más para audicionar en este proyecto del que ya Florencia (Peña) me había hablado en diciembre. Hacía mil años que no hacía teatro, y me llamaron y quedé”, dice Diego Ramos, que ya trabajó con “la Pechocha” en Cenicienta, Blancanieves y la tira Verano del 98.
—Ah, ¿no fue ella la que te trajo o que te pidió?
—No, no, fue por audición. Da la casualidad, también Scarpino es amigo nuestro, pero todos audicionamos. Si bien éste es un proyecto para Florencia, acá están de por medio el director musical (Steven Freeman) y el de actores (Larry Raben) que vienen de los Estados Unidos y que ni sabían quién era cada uno.
He vuelto. A los 33 años, Ramos sigue flaco, dejó atrás la cara de niño bonito y no abandonó la costumbre de fumar. El término “galán” lo tiene sin cuidado. Está feliz de volver al país y hacer teatro en la calle Corrientes hasta, por lo menos, todo el verano. Dice no ser ambicioso y se niega a contestar sobre dinero ni comparar sus honorarios con el resto del elenco pero admite que está conforme.
La estadía porteña se completa con su participación –todavía está negociando el contrato– en las Amas de casa desesperadas, versión Colombia, que se va a grabar a partir de fin de octubre en el barrio-set Manzanares, en Pilar, y en la que interpretará al plomero, el papel que en la Argentina hace Juan Palomino.
—¿Desarmaste todo en Colombia?
—Me traje a mis dos perros. Allá me daban la casa y acá tengo mi departamento, pero lo tenía alquilado, en fin, todavía estoy un poco complicado. Pero no corté el vínculo con la televisión de allá. Yo no hago planes, vivo el día a día.
Después del éxito –en el Canal 9, de Alejandro Romay– de Ricos y famosos (1997), junto a Natalia Oreiro, Ramos trabajó en Verano del 98, Amor latino y Médicos de hoy, su última participación en la tevé local. En teatro, además de los infantiles con Peña, hizo La tiendita del horror y se preparaba para Cabaret cuando la crisis de 2001 disolvió el proyecto. En ese momento, apareció la posibilidad de actuar como contrafigura de Miguel Varoni en la tira colombiana Pedro, el escamoso, y allí fue. Siguieron Mi dulce compañía, El auténtico Rodrigo Leal (con Martín Karpan), la conducción del reality El mejor partido y, el año pasado, el culebrón Lorena.
Empezó viviendo en un apart-hotel, en Bogotá, y como la cosa iba para más, se pasó a una casa. Dice que no extrañó, no sólo porque viajaba a Buenos Aires muy seguido, sino también porque la gente es muy cálida y pudo hacer muchos amigos.
—¿No tenías miedo de que te olviden acá?
—No, porque nunca me interesó que me reconozcan por la calle. Yo estudié teatro porque me gusta actuar.
—¿Tenés aspiraciones de “actor serio”?
—¿Qué es serio? Porque si te referís a los grandes textos, claro que me gustaría. Pero lo importante es tener trabajo y yo lo tengo.
Viene el mozo con la cuenta de los cafés. “No, dejá –dice y saca la billetera– ¿Viste? Estar con un galán también tiene sus ventajas.”
La versión carioca
En 1966 nació Sweet Charity, la comedia musical de Neil Simon que dos años después llegó a Hollywood dirigida por Bob Fosse y protagonizada por Shirley MacLaine. En mayo del año pasado, la obra volvió a Broadway con Christina Applegate como Dulce Caridad. Antes que en Buenos Aires, el 13 de septiembre se estrenó en Brasil, con 27 bailarines, 13 músicos y más de 70 coreografías originales de Fosse. La protagonista es Claudia Raia, quien estudió danza en Nueva York y en el Teatro Colón. Actriz de telenovelas, Raia volvió a las tablas con este musical. Si bien la obra se anunció a lo grande, su inversión presupuestaria alcanza los 400.000 dólares, cifra apenas modesta comparada con otros musicales como Cats (900.000 dólares), La vida es bella (US$ 3 millones) y El fantasma de la ópera (US$ 9 millones).