ESPECTACULOS
jonathan pryce

“El papa Francisco hacía lo mismo que el Gorrión Supremo”

El actor de Game of Thrones señala las similitudes entre el líder de los católicos y el fanático religioso que interpreta en la serie. Las dificultades de grabar descalzo en el frío de Irlanda.

Gigante. Se hizo famoso mundialmente con la película Brazil, de Terry Gilliam. Cree que su personaje no se ve a sí mismo como un villano, aunque desea todo el poder del mundo.
| Cedoc Perfil

Ya van seis episodios de la sexta temporada de Game of Thrones y sigue siendo imposible hablar de cualquier otra cosa que dragones, Lannisters, Starks y “¿qué paso en el episodio de ayer?”. La serie no sólo ha generado por su popularidad muchas nuevas celebridades (Emilia Clarke o Peter Dinklage, por ejemplo), sino que ha sabido aprovechar nombres establecidos del cine y la TV. Uno de esos casos es Jonathan Pryce, muy conocido en el país por haber sido el Perón de la Evita de Madonna pero que también ha sido un villano Bond y está estrenando fuera del país el film independiente Dough. Pryce es el Gorrión Supremo, personaje surgido en la quinta temporada y que representa una venganza de clase sobre las casas de GoT. Fue él quien obligó a Cersei a su caminata de la vergüenza, donde desnuda fue vapuleada y humillada. El Gorrión Supremo es un personaje que ha sido comparado, por su conexión con los humildes, con el papa Francisco, aunque el mismo actor diferencia el fundamentalismo de la fe de ambos y, claro, sus métodos brutales.
—¿Qué implica la sexta temporada para un personaje clave como el Gorrión Supremo?
—Al final de la temporada anterior, mi personaje obligó a Cersei Lannister a realizar el camino de la vergüenza. Lo que creo que se espera es que eso no termine ahí para ella. Cuando durante la lectura del guión de la sexta temporada finalmente supe qué le iba a pasar al Gorrión Supremo no lo podía creer.
—¿Había cierto placer en la caída de Cersei para el Gorrión Supremo?
—Los periodistas que hablaron sobre aquel capítulo han hecho mucho hincapié en una sonrisa que aparece en mi cara cuando Cersei estaba siendo públicamente humillada. Me quedé impresionado: ¿fue así? Honestamente, tengo que mirarlo nuevamente porque no estaba consciente de haber sonreído tanto. Uno de los personajes lo notó, y creo que Dan Weiss y David Benioff, los showrunners, lo vieron y tuvieron mucho cuidado en la forma en que mostraban esa sonrisa. El Gorrión Supremo maneja esos castigos y dice las cosas más absurdas, pero siempre con una sonrisa gentil. Estas son el tipo de persona con quienes es más exasperante lidiar.
—¿Qué vamos a descubrir del Gorrión Supremo en esta temporada?
—Finalmente se entenderá qué lo llevó a esa fe, su pasado y lo que le sucedió. Es un personaje que tuvo una vida muy depravada, que fue asquerosamente rico y que una mañana se despertó y dijo: “Esto está mal”. Desde ese momento siguió descalzo y abandono esa vida. Recuerdo que empecé con el personaje más o menos en la época que el papa Francisco fue elegido. Y el papa Francisco hacía lo mismo que Gorrión Supremo, excepto por andar descalzo, pero podría haber estado descalzo. Les hablaba a los pobres, administraba para los pobres, exactamente como mi personaje. Así que las intenciones son buenas. Pero el lado fundamentalista de la fe empieza a ganar espacio: los castigos, la brutalidad, el ejército, son cada vez más grandes. Y ese deseo de conquistar el mundo.
—El no se cree un hombre malo, ¿no?
—No, no está ni cerca de pensar que lo que hace puede ser extremo, peligroso o directamente estar equivocado. Sigue en ese camino de rectitud, sin dudarlo.
—¿Qué pensás al respecto?
—En mi carrera, interpreté a muchos malos y muchos buenos. En un determinado punto, comparten la misma confianza en sí mismos. Nunca interpreté a un sádico, a alguien que sabe que está actuando mal. La mayoría de mis personajes –incluso este en Game of Thrones– no tienen conciencia de lo que hacen. Cuando la gente me dice que el Gorrión Supremo es realmente malo, les pregunto por qué piensan así.
—Interpretaste al Cardenal Wolsey en “Wolf Hall” el año pasado. ¿Hay algún paralelo entre los dos personajes?
—Sí, creo que George Martin dijo que una de las fuentes que usó a la hora de crear Game of Thrones fue la Guerra de las Dos Rosas y la lucha de las dos grandes casas por el poder. Wolsey se comprometió con Enrique (VII), después hubo un cambio de poder y él quedó afuera. Ya veremos qué le pasa al Gorrión Supremo.
—¿Podés contarnos cómo será el clímax de esta temporada?
—Todos esperan que Cersei vaya a juicio. Mientras tanto, todas esas tramas y maquinaciones se siguen sucediendo de formas paralelas. La tensión es palpable y a la vez se está elaborando una sorpresa que dejará con la boca abierta a todos.
—Algunos villanos de “Game of Thrones” lo son por su propio bien y otros actúan con otras intenciones. ¿Qué tipo de villano dirías es el Gorrión Supremo?
—Yo tengo que verlo como alguien bueno, por eso me resulta muy difícil ser objetivo al respecto. Mientras estaba interpretando el personaje tenía que creer de todo corazón en lo que el Gorrión Supremo hacía. Eso habla mucho del personaje: no está de forma obligada pensando en el futuro y tramando, o por lo menos no lo muestra al público. Todavía es visto como un malo, pero espero que el personaje pueda seducir el público más allá de sus intentos de seducir a Margaery y Tommen hacía el lado de la fe.
—¿Cuál es su motivación?
—Odia a la clase dominante. Esta es su verdadera motivación: la revolución.
—¿Cómo te sentiste trabajando en el Gran Septo de Baelor, un set gigante 360 grados?
—Fue una sensación similar a cuando hice Brazil con Terry Gilliam. El Ministerio de Información ocupaba dos sets y fue muy impresionante.
—Grabaste en Irlanda usando solamente ropa hecha de tela de bolsa de arpillera y…
—… y descalzo, lo que es lo peor. Por suerte el amable vestuarista me trajo una botella con agua caliente para ponerme en los pies cada vez que me sentaba. El show se filma con tres o cuatro cámaras y a veces esas cámaras están muy lejos, así que casi no tenés idea qué está en cuadro y qué no. Por eso ni siquiera podía intentar ponerme zapatos para calentarme los pies: ¡podía arruinar la toma! La cámara estaba muy lejos y me decían: “Discúlpanos, Jon, pero podemos ver tus pies”. Seguía intentando salirme con la mía, pero era imposible.

*Entrevista cedida por HBO.