Tiene humor. Y todo lo dice desde su propio vocabulario. Sus frases son disparadores y su manera de transitar la vida se relaciona con su propia genética. Moria Casán es todo a la vez y, al mismo tiempo, abrumadora, vulnerable, dócil e impenetrable. Una mujer que dice ser como todas, más allá de su imagen totémica y endiosada. Pide un café con leche, un tostado de queso y de su bolso saca dos celulares. Toma agua, se muestra atenta a las preguntas y contesta con una velocidad que apenas capta el grabador. Se emociona, ríe y se enoja. Así es la Ana María Casanova. Intensa por donde se la mire. Sus gestos son una danza que no permite partenaire. Asume sus errores, va de frente y, también, llora, si tiene que llorar.
-¿Le gusta ser abuela?
-Me encanta, estoy fascinada con Helena. Siempre escuché decir que el amor de los abuelos era relajado. Y yo siento que el amor nunca es relajado. No creo en el amor light. Tampoco en las pasiones "endulcoradas". Creo que lo entrañable y lo sanguíneo, conlleva una intensidad muy profunda. Ser abuela es ser doblemente mamá. Un estallido hormonal. Me siento más joven, y no porque quiera hacerme la pendeja, sino porque siento un "hormonazo". Yo fui primeriza añosa, y ahora soy abuela por primera vez.