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Gelblung vs. Peña: mañanas de radio con polémica

Son de diferentes generaciones pero se asemejan en su estilo, y con sus fuertes personalidades hablan de todo sin limitaciones.

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| Cedoc

Samuel “Chiche” Gelblung (64) y Fernando Peña (46) son dos conductores que despiertan amores y odios entre sus oyentes. Gelblung decidió, tras nueve años de liderazgo de audiencia, abandonar la tarde de Radio 10 para tomar el hierro caliente de la alicaída segunda mañana (8.30 a 13) de Radio Mitre, con Hola Chiche. En cambio, Peña disfruta de su octava temporada de El parquímetro de lunes a viernes de 7 a 10 por FM La Metro (95.1).

La buena relación entre ambos surge mucho tiempo antes de que Peña sea una persona de los medios. Gelblung era muy amigo de su padre, el comentarista deportivo Pepe Peña, de quien dice: “Teníamos muchas cosas en común y competíamos a ver quién tenía mejor ropa. Cada vez que nos veíamos mostrábamos las etiquetas de Armani o Hugo Boss”. “Y yo tengo cosas muy parecidas a mi viejo, aunque mucha gente me desprecie diciendo que no soy nada que ver a él por las cosas que digo. El tema es que era otra la época en que laburaba y ahora hay otras libertades”, explica Peña. Sobre si son amigos, Peña despeja todo tipo de dudas: “Sí, pero no nos frecuentamos. Yo pondría los huevos por Chiche”.

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—Tienen fama de ser muy estrictos para trabajar. ¿Es así?

PEÑA: ¿Jodidos?. Sí. Me jode la pelotudez. Cuando por ejemplo les pido a mis productores que compren caramelos para sortear y al día siguiente me dicen que no hay. Si no conseguís, llamame, porque no soporto al productor que viene y te dice “no había caramelos masticables”.

GELBLUNG: Creo que somos exigentes. Es una batalla permanente en la comunicación gráfica, radial y televisiva contra el boludo en general. La peor enfermedad es el boludismo, y pasa en todo el mundo. Entonces no tenés más remedio que enojarte y calentarte. Tampoco es definitivo y tirás todos los días un tipo por la ventana. Tratás de hacer y que cada uno vaya entendiendo que cuando pido algo blanco, tiene que ser blanco aunque sea para el error.

—¿Podrían hacer un programa juntos?

P: Claro. Las veces que he ido invitado a los programas de Chiche siento que estoy conduciendo con él. Nos potenciamos. Tenemos aspectos parecidos, como cuando él se pone en contra de alguien y parece un misógino hijo de p… pero a la larga te das cuenta de que es todo lo contrario. Vos me escuchás a mí hablar de los putos y es más o menos parecido. Los dos somos unos mártires.

—¿Qué defectos le ven al otro?

P: ¿Uno? (risas). Chiche es un defecto entero, me parece que eso es divertido ya que se convierte en una virtud. Mirá –señala– lo feo que es y cómo se viste. Yo no me animaría. Y su defecto radial es que no se concentra en una pregunta, en un tema interesante que está diciendo la otra persona. Me dan ganas de cagarlo a trompadas.

G: Pero no soy tan feo (risas). El defecto de Fernando es que falla en la evaluación de su contrincante. Cuando lo entrevisté por primera vez me desafió a que yo no era capaz de tomar del mismo vaso que él por tener VIH. No sólo hice eso, sino que le di un beso en la boca.

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