Claudia Lapacó ya organizó su vida. Los lunes y martes grabará sin límite de tiempos El Capo , para Telefé. De miércoles a viernes tendrá un horario más acotado, porque quiere llegar - como siempre - una hora antes de la función para seguir interpretando a la madre de C ecilia Roth en Días contados, de Oscar Martínez, que continúa en su segundo año de éxito en La Plaza.
—¿Cómo llega a la función en esta segunda temporada?
—Puedo entrar de diferente humor al teatro, pero siempre me voy contenta y feliz. El escenario lo disfruto, es mi pasión. Una función de teatro es un acto único y perfecto. No dejo que me sucedan cosas que me puedan distraer. Entrego lo mejor de mí, en cada representación. No importa si es una comedia, una revista musical o un drama. Todo por igual me da energía. Es muy diferente al cine o a la televisión.
—¿Tiene puntos en común con la madre de Días contados ...?
—Algo tendré... (se ríe, efusivamente), pero espero que no todo junto, porque es terrible. Trato de no mandonear. Mi hijo menor (Diego Bebán) ya la vió dos veces, pero el mayor (Rodrigo Bebán) no quiere verme.
—¿Cómo fue trabajar con un intérprete que luego pasó a ser dramaturgo y director?
—Siempre tuve una gran admiración por Oscar (Martínez) como actor y cuando vi su obra anterior (Ella en mi cabeza) me encantó como autor y le pedí que me tuviera en cuenta. Como director no quiere que una cambie ni una sola letra, por eso tuve pequeños roces. Estaba grabando para Telefé Al límite y me costaba acordarme de la letra. Estaba muy cansada, dormía muy pocas horas. Pero él tenía razón. Me siento muy agradecida por este personaje extraordinario. La gente se ríe de lo patético que es y disfruto cada escena.
—¿En televisión ya empezó con las grabaciones de El Capo para Telefé?
—Hicimos pruebas de maquillaje. Seré la madre de Miguel Ángel Rodríguez y de unas mellizas que interpretarán María Fernanda Callejón y Mariana Prömmel. Será una comedia con intriga. Había rechazado dos tiras, pero como ésta la escribieron Marcelo Camaño y Adriana Lorenzón no me pude negar. Marcelo escribió Doble vida y me creó el mejor personaje que interpreté en televisión. Se lo debía.
—¿Cuánto tiempo pasó sin trabajo?
—No fue tanto tiempo, una vez un año y medio y otra vez, un año. Los otros días les decía a mis nietas mayores, Juliana (13 años) y Bárbara (10 años), que son hijas de Rodrigo: la vida sabe hacer las cosas. Cuando ellas eran pequeñas yo no tenía trabajo, por eso les podía dar todo mi tiempo, que lo necesitaban. Ahora todos mis nietos van al colegio, ya que los más pequeños que son los hijos de Diego tienen 9 años (Joaquín) y 6 años (Malena), por eso ahora trabajo y les puedo comprar regalos.
—¿La familia fue y es una prioridad?
—Sí. Siempre agradezco los hijos que me han tocado. Son hijos maravillosos. Nunca les pedí el título universitario, pero lo tienen y trabajan juntos, como abogados en el mismo estudio.
—¿Cómo hijos de dos actores no siguieron la misma carrera?
— Creo que la competencia con su padre (Rodolfo Bebán), sobre todo con su belleza y carisma los debe haber llevado a pensar: “Más vale no nos metamos allí”. Sólo Rodrigo hizo una película, Las colegialas se divierten, dirigido por Fernando Siro, en 1985. Le gustó, pero nunca lamentó el no volver a filmar. Es como si hubieran temido la competencia feroz.
—¿Qué siente cuándo ve a tantas colegas sin trabajo?
—En este mundo globalizado es general. Pero también siento que hay gente que no se quiere mover de su lugar. Si hizo un determinado personaje, quiere seguir haciéndolo. Si fueron damas jóvenes, ahora no quieren ser las abuelas de nadie. Hay que tener la cintura flexible, no de avispa –como un boxeador– para ver qué piden de uno, en ese momento.
—¿Daría algún consejo?
—No hay que quedarse en su casa esperando el sonido del teléfono. Una tiene que reflexionar qué puede hacer. En esos tiempos, en que no me llamaban leía las obras de mi amigo Marcelo Bertuccio y me encantó uno de sus textos. Fue El joven Jorge y lo presentamos en el Centro Cultural de la Facultad de Ciencias Sociales, junto a Pablo Caramelo. Ahí nos vió Rubén Szuchmacher y después Helena Tritek, quien me ofreció hacer Corpiñeras.
—¿Y este momento?
—Soy consciente que estoy viviendo un momento de gloria. Es maravilloso y trato de aprovecharlo. Sé que no va durar mucho tiempo. Hoy estoy arriba, mañana estaré abajo, o en un costado. Estoy preparada para cuando llegue. No hay que marearse, ni envidiar a los otros. Todos tenemos un camino. Lo que es para mí, será sólo mío.