Desde 2013, Iñaki Urlezaga dirige el Ballet Nacional Danza por la Inclusión. Ahora, cierra el año con El cascanueces. El es también el coreógrafo y en algunas funciones será el bailarín principal, junto a Eliana Figueroa, Gabriela Alberti, Matías Iaconianni, Celeste Losa y sesenta bailarines. La orquesta municipal de Florencio Varela, con la batuta de Darío Domínguez Xodo, ejecutará en vivo la música de Tchaikovsky, y participará el coro municipal de niños de Berazategui.
Esto ocurre desde el 21 de noviembre hasta mañana jueves en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. La entrada libre debe ser reservada previamente a través de la web del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Así, pues, esta nueva compañía llega a su cuarto título del año después de haber girado por varias regiones de la Argentina, y antes de iniciar una nueva gira, que incluye la ciudad de El Calafate, el 7 de diciembre. La conversación con Urlezaga toca cuestiones artísticas con inevitables vetas políticas.
—¿Por qué van a bailar en El Calafate?
—No es sólo en El Calafate, sino una gira por todo el Sur que comienza en el interior de la Provincia de Buenos Aires. En el año ya fuimos al Norte, al Centro y al Noroeste.
—¿La Presidenta ya ha visto la compañía?
—No, que yo sepa, no ha presenciado ningún espectáculo nuestro. No sé si le hicimos una invitación a la Presidenta misma, pero lógicamente siempre se invita a todos los funcionarios.
—¿Te gustaría que venga a alguna función?
—Sí, claro que me gustaría que venga. Esto forma parte de su gestión. Pero, más allá de que ella haya podido estar o no, yo estoy seguro de que el proyecto de este ballet cuenta con el aval de ella como parte de toda la política nacional que lleva adelante.
—¿Y Scioli te fue a ver?
—No, tampoco. Yo no me he enterado de que haya estado en la platea.
—Concretamente, ¿qué políticos fueron a ver el Ballet por la Inclusión? ¿A quiénes les importa la danza?
—A muchísimos. Muchísima gente de la unidad nacional ha estado. Ministros a nivel nacional, gente de la cultura y demás.
—¿Te preocupa que tu trayectoria quede pegada a la gestión de Cristina Kirchner?
—No. No me molesta que la gente considere que estoy formando parte de este proyecto, porque estoy muy feliz de llevarlo adelante. Yo soy un artista que está trabajando dentro del Gobierno. No milito ni mucho menos. Sí formo parte de este proyecto que me da mucha alegría hacer. Celebro que después de 200 años haya un cuerpo de danza federal y nacional. Son políticas que quedan para siempre en la Argentina.
—¿Sabés qué podría pasar con esta compañía si hubiera un cambio en el equipo político de la próxima gestión de gobierno, una vez que termine el mandato actual de la Presidenta?
—No, no sé. Sé que es un proyecto que impulsó este gobierno y que calculo que, como otras cosas, dependerá de este gobierno y del que viene. He estado tan abocado a conducirlo que no sé qué pasará después. Esta compañía ha querido darle nueva vida a la danza en la República Argentina. Si la próxima persona es inteligente y es un buen impulso para la cultura argentina, este ballet, como toda buena política, debería quedar.