ESPECTACULOS

Iúdica, de yuppie a salvar el rating por Tinelli

A los 18 años era una estrella financiera de Casa Piano. Hoy es el conductor del primetime de Canal 13. Imitación, gimnasio y psicoanálisis. Fotos.

"Marcelo mide 1.90, tiene facha...en comparación yo soy un carancho", confiesa Iúdica.
| Cedoc

Así como las crisis financieras generan grandes oportunidades, lo mismo sucede con los avatares del rating en la televisión doméstica. Mariano Iúdica puede dar fe de lo enunciado. Vive un excelente presente profesional pero no la tiene fácil siendo que debe capitanear un tibio prime time de El Trece con el formato diario de Soñando por cantar (21,15).

“¿Si me tiraron un muerto? Y... fue como el desembarco en Normandía. Estoy orgullosísimo, no tengo nada que perder, no tengo presión”, comenta Iúdica sobre la oportunidad que tiene en sus manos. “Conducir en horario central es un viaje de ida, es una cosa muy loca. Ojalá que dure veinte años como a Marcelo (Tinelli), o una semana más. No sé. Lo bueno es que lo pude transitar”, suma el animador de La cocina del show, otro de los ciclos de la factoría de Ideas del Sur.

Iúdica dice que siente un reconocimiento por su esfuerzo y compromiso por parte de El Trece, Ideas del Sur ,y por supuesto de Marcelo Tinelli. “El me echó el ojo. Es algo que soñe toda mi vida y que me apasiona”, reconoce el conductor de 41 años, padre de Valentina (17), Bernarda (16) y Salvador (5). Y agrega: “Soy un tipo positivo, un hombre de bien y me tienen que pasar cosas buenas. Quizás el tren pasó en otra oportunidad en 2003 cuando hacía La peluquería, Polémica en el bar y era la figura del teatro de revista de Gerardo Sofovich...”

¿Y?

—Estaba en Japón. Era un pelotudo, me la creía, me estaba separando de mi primera mujer, me peleé con Gerardo. Creo que esta vez me enfoqué y me puse más responsable.

¿Qué virtudes te ves como conductor?

—Soy un gran vendedor, un tipo muy sincero y la gente no ve en mí segundas intenciones. Ve un comunicador entregado en su discurso, lenguaje, un tipo preparado literariamente para hablar en vivo durante muchas horas, y las marcas me ven como un padre de familia estándar, por eso publicitan tanto en La cocina del show. Es un honor que sea el comunicador de El Trece en vivo tantas horas, tenés que manejar un nivel de coherencia muy alto para poder bancarlo.

¿Cómo aguantás tantas horas trabajando?

—Puedo estar 25 horas trabajando. Me apasiona. Voy a terapia y al gimnasio varias veces por semana, me alimento bien, me cuido mucho más que antes, no quiero que esta oportunidad sea efímera, quiero que sea eterno. Cuido más el cuerpo, el pelo, como bien porque Romina (su actual esposa, con quien tuvo a Salvador) cocina verduras, carnes, y no comemos fritos. También fui al nutricionista y bajé siete kilos.

Fuiste padre joven. ¿Te hubiera gustado disfrutar un poco más?

—No. Yo a los tres años estaba en la calle. Las hice a todas, y más... A los 18 años me compré una quinta. Un loco. Siempre gané mucha plata, trabajé de muy chico, y siempre estuve en lugares muy buenos. Empecé a ganar mucha plata en una mesa de dinero de Casa Piano. A los 20 años era subgerente de una sucursal, era una especie de nene brillante para los negocios, me pagaban cursos, me la creí, me encantaba ser yuppie, contar 25 camisas, 25 pares de zapatos, por eso dejé periodismo y abogacía. Me volvía loco. Me encantaba. Era la época de la hiperinflación. Era un juego, no era por el dinero, me encantaba la City, el pulso de la Bolsa, la moneda de oro, el dólar, me apasionaba esa timba...

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