Tal como lo imaginamos en la vida diaria, Serrat es simpático, muy rápido, absolutamente consciente del encanto que ejerce a su alrededor, inteligente y, lo que es fundamental, un ser humano.
Pero no por ser músico y poeta deja de ser práctico.
Muy puntual, en los salones de la enorme mansión Hyatt (¡parece increíble que esa casa haya sido alguna vez “la casa” cotidiana de alguien!) Serrat está pendiente de las cenizas que no lo dejan volar a Chile y con buena voluntad accede a que conversemos pese al cambio de planes que exige la naturaleza de un volcán.
El recital en el estadio de Banfield es también un anticipo de lo que traerá en marzo con Sabina cuando, a lo largo de 12 fechas, se instalará en el Luna Park con una nueva edición de Dos pájaros… de un tiro que ahora será Dos pájaros contraatacan.
—¿Cómo es el tema con Sabina? Contame…
—Bueno, mira… hace más o menos un año nos propusieron volver a levantar el espectáculo de Dos pájaros..., pero la verdad es que, aun cuando me hace mucha ilusión trabajar con él porque es una persona con la que estoy muy a gusto y con el que me gusta caminar por la vida, pensé también que si no hay un proyecto distinto, algo más allá de dónde habíamos ido, no tenía ningún sentido. Entonces, pensamos que podíamos hacer un disco a cuatro manos… O sea, hacer un disco no sólo de canciones nuevas sino de canciones nuevas hechas por los dos. ¡Nuevas e interferidas por los dos! Manipuladas por los dos.
—Qué divertido.
—(Se ríe) Claro, es una idea muy divertida… nos gustó a los dos pero exige también ser muy riguroso.
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