ESPECTACULOS
Daniel Veronese

"La cartelera porteña está muy inclinada a las comedias"

Creador del Periférico de Objetos, director y dramaturgo, se desenvuelve con igual solvencia en el "off" que en la avenida Corrientes. Tiene claro qué busca en cada proyecto y sostiene que las obras se aprenden haciéndolas.

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Mirada. Daniel Veronese se considera un espectador que busca en los actores que lo emocionen. | nestor grassi

Dramaturgo, director, adaptador y titiritero, en cada una de estas profesiones se destaca Daniel Veronese. En la actualidad comparte la dirección de Departamento de soltero en plena avenida Corrientes con un proyecto más pequeño, pero que evidentemente lo representa más a él: la Serie Experiencia en el Centro Cultural San Martín. Tres propuestas muy distintas, dos de ellas con el sello del autor norteamericano David Foster Wallace y aquí anticipa la tercera sobre Marcus Lindeen.

La primera en estrenarse fue La persona deprimida con María Onetto, que continuará hasta noviembre, siempre los jueves y domingos. Luego se presentó  Encuentros breves con hombres repulsivos, con Marcelo Subiotto y Luis Ziembrowski en el elenco. Y anticipa Los arrepentidos de Lindeen, con las actuaciones de Mónica Raiola y Gonzalo Urtizberea desde el 13 de octubre.

—¿Por qué un narrador como David Foster Wallace?

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—Alguien me pasó La broma infinita en un PDF y después lo compré impreso. Es un autor que siempre me interesó, luego me encontré con Entrevista breve con hombres repulsivos y ahí descubrí dos materiales teatralizables. Escribe personajes, por eso se pueden llevar al escenario. Fue en ese libro donde leí La persona deprimida.

—David Foster Wallace sufrió durante mucho tiempo depresiones hasta que terminó suicidándose a los 46 años. ¿Es biográfico el texto que interpreta María Onetto?

—No me atrevo a confirmarlo. Es interesante para los psicoanalistas, pero espero que supere a ese grupo. Wallace sufrió depresiones y me dio pena que un ser tan joven se suicidara. No quisimos pensar que él contaba su experiencia. Prefiero no interiorizarme, quiero que la obra hable por sí misma, no me agrega nada creer que es autobiográfico.

—¿Con este ciclo volvés a la investigación teatral?

—Durante un tiempo mis trabajos en el teatro comercial me ganaron mucho tiempo y era difícil parar para encontrar material que me interesara. Hace tres años que conseguí hacerlo. También hice una versión de Los pequeños burgueses de Máximo Gorki, pero son muchos actores y debería hacerlo en un teatro estatal. Son textos políticos. El 13 de octubre estrenaré Los arrepentidos de Marcus Lindeen, autor sueco. Es una obra biográfica de dos hombres que cambiaron de sexo. Lo haré con Mónica Raiola y Gonzalo Urtizberea. Las tres experiencias tienen las mismas condiciones: espacio despojado, no hay música, solo la proyección de la ficha técnica. Me planteé cómo llegar al teatro desde textos que no lo son.

—¿Cómo se concilia este teatro con dirigir a Nicolas Cabré en “Departamento de soltero”?

—Son propuestas distintas. Debo decir que me sorprendió Cabré como actor, me encontré con un intérprete muy profesional, obsesionado y a veces, fóbico. Tiene una gran capacidad de trabajo y talento. Quisiera sacarlo de esos escenarios, siento que tiene otro lugar para investigar. A mí me contratan para dirigir esos proyectos espectaculares. Me produce angustia igual que los otros. Mi relación con la producción es distinta, sé que quieren vender entradas. Todo está pensado para brillar y encontrar público. Estas son propuestas distintas, aquí se busca incomodar, interpelar a los espectadores. Me considero un espectador modelo y busco emocionarme primero, si no, no me sirve. Busco autores para investigarlos, por ejemplo, no soy un especialista en Foster Wallace.

—Trabajaste con actores con poca experiencia como Guillermina Valdés…

—Es una persona muy modesta y se entregó, sabía que estaba rodada de profesionales. Ella fue muy consciente de ese lugar. Recuerdo a Griselda Siciliani en Las formas de las cosas cuando me dijo: “Soy muy trabajadora, no sé si tengo talento”. Y ella como venía de la danza era muy obediente, con una capacidad maravillosa. En el 2005 dirigí a Héctor Alterio en El túnel en España y se entusiasmaba como un niño cuando descubría algo nuevo en su personaje. Nadie sabe cómo hacer una obra, se aprende haciéndola. Quiero que cada proyecto sea distinto.

—¿Como ves la cartelera actual?

—Demasiado inclinada hacia las comedias. ¿Te imaginás hoy a Alfredo Alcón haciendo Rey Lear o La muerte de un viajante en el teatro comercial? Las entradas no pueden subir más… Escribí una obra con Matías Del Federico –autor de Bajo terapia– para estrenar en enero. Será Para anormales con Carlos Portaluppi, Gonzalo Suárez, María Figueras, Paola Barrientos, Marina Bellati y Laura Cymer. Estoy muy contento con este elenco, es muy graciosa, pero impulsa a una reflexión, como lo que proponía Gorda de Neil Labute.

 

“En el teatro comercial no decido elencos”

Fue Daniel Veronese uno de los creadores del emblemático grupo El Periférico de Objetos (1989) con el que conquistaron los festivales más importantes de Europa. Cuando se lo recuerda él afirma: “Hoy busco más lo actoral que lo visual. Me alejé de los objetos”.

El apellido Veronese encontró un lugar en la cartelera teatral de España y México, donde suele ser convocado, tanto como adaptador como director. Puede reflexionar sobre los distintos actores. “A favor es que los españoles son muy obedientes y saben la letra desde el primer día y la contra…es que son muy obedientes…mientras que los argentinos tienen una imaginación increíble. En México me sucede lo mismo, son muy aplicados. También voy con poco tiempo, deben saber los textos y trabajo con ellos, ya que no tengo una puesta armada en mi cabeza, la imagino con los intérpretes”.

Lo convocan los productores comerciales y Veronese explica las causas: “Soy cero ego, quiero que salga perfecto. Primero me llevo muy bien con los actores. No puedo trabajar con malestar. Para mí es más importante el elenco que la obra, sin ellos el mejor texto no funciona. En el teatro comercial me consultan, aunque no decido sobre los elencos. Siempre me crucé con intérpretes que tienen ganas de hacer algo distinto”.

Tuvo su propio espacio teatral pero lo cerró y así lo recuerda: “No tenía sentido, puedo conseguir espacios en otro lado. Tal vez me agarró mayor, de joven quizás me hubiera gustado. Una sala para doscientas personas es otra cosa, pero con cincuenta no cierran los números”.