ESPECTACULOS
asuntos pendientes

La escena habla en toda su intensidad de voces

Grupo. Eduardo “Tato” Pavlovsky en acción. Recibió muchos premios por su labor.
| Gentileza Adriana Shottlender

Cuando estrenamos Asuntos pendientes en el Centro Cultural de la Cooperación en el año 2013 yo le decía a Susy, mi mujer, que estaba muy feliz por la intensidad lograda en los personajes, sobre todo teniendo en cuenta que el centro teatral para mí siempre es el cuerpo del actor y sus diferentes devenires.

En esta puesta de Onetto  no había concesiones ni tampoco belleza o búsqueda de armonías, todo ocurría sobre la intensidad de los cuerpos de los actores interactuando entre sí.

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Hace pocos días en Tandil donde realizamos una función en la facultad de arte, un reconocido director me agradeció la obra por lo que había producido en él, un raro efecto. “Todas las escenas se sucedían en un ritmo vertiginoso y cuando se llegaba a un cierto nivel de comprensión ocurría que la próxima escena de gran intensidad le cerraba el círculo esperado, perdiendo así el sentido de realidad y yendo a otra lógica teatral”.

Asuntos pendientes son golpes, manchas, acontecimientos que ocurren en escena, pero sin ningún tipo de conexión, simplemente ocurren, como las manchas de Francis Bacon y sus multiplicidad de sentidos, como si las palabras fueran gritos (Munch) provocando silencios ensordecedores. El pibe es asesinado, pero un rato después vuelve a escena como si nada le hubiera ocurrido, subjetividades que en general las miramos de lejos como es la formación de la subjetividad de esos dos millones y medio de pobres e indigentes que creen que el destino les asignó un mundo horroroso que viven naturalmente. En ese lugar sin agua potable, cloacas y pésima alimentación y salud, son los niños sin dientes, las familias sin dientes.

Ese lugar de ignominia es el lugar que les tocó. Y ya hay resignación, aceptación. La miseria de los sectores más marginales, el impacto de la pobreza e indigencia de varias generaciones de niños y adolescentes, el turismo sexual, la prostitución, el incesto, el negocio ilegal de bebés y chicos, la explotación de los adolescentes y los más jóvenes en la delincuencia organizando el filicidio, así como la complicidad civil de vastos sectores en especial de la clase media.

La obra tiene ante sus ojos estos flagelos sociales que hay que atender y que hacen como que no los ven. Y cómo esa miseria es explotada por la pobreza –los pobres explotan a los miserables.

Otras de las características singulares que están incluidas en la puesta es lo que denomino teatro de estados. Que apuesta más a los diferentes devenires por los que los personajes atraviesan, más que a la letra concreta y escrita por el dramaturgo en la obra.

Beckett diría “quién habla” no importa, quién habla nos dice el genial dramaturgo holandés, habla la escena en toda su intensidad de voces, escuchémosla.

Es interesante que el argumento de la obra no queda atrapado en una sola historia sino que son veinte historias… es el complejo de Edipo, es la falsedad de la adopción, es la rarísima identidad de esta pareja. Entonces aparece la preocupación social de qué hacemos con lo que somos, qué hacemos con ese chico que descubre en la obra que quien lo mata es el que lo ha contratado a él para que tire piedras. Cómo romper esa cadena de trampas, de impudicias, de falsedades, de la ruptura de los valores fundamentales, ideales, estéticos, éticos. Cómo convencer a alguien que hay otra manera de vivir.

La obra tiene muchos niveles de lectura: la miseria del Norte, cómo se muere la gente, la ausencia de servicios médicos, pero eso como relatos de los personajes –creo que tendría que tener la intensidad de Telarañas y con un nivel que permita la reflexión–. Hay una primera escena que de alguna manera inaugura el sentido, el marco ideológico de la obra y el interés del grupo. Podría decirse que el recorrido sería un comienzo horroroso por el cual la obra va a transcurrir, ese sería lo que yo llamo el mojón… lo horroroso.

Creo muy interesante el proceso del “entre” de la creación de esta obra porque se fue haciendo casi sin darnos cuenta, sin presiones, jugando y armando y permitiéndome a mí desarrollar escenas y terminarla de escribir.

Hoy ya cerrando este segundo ciclo de la obra con cinco funciones llenas en el teatro Calibán y muy contento por el recibimiento de seis premios en este 2014:

  • En Miami el prestigioso Premio a una vida de dedicación a las artes escénicas 2014 (Life Achievement Award).
  • Premio Sagai a la trayectoria.
  • Premio María Guerrero a su trayectoria en el Teatro Nacional Cervantes.
  • Distinción de Argentores por su calidad de autor de obras ya clásicas del teatro argentino.
  • Premio de Honor otorgado por el Fondo Nacional de las Artes.
  • Premio a la trayectoria Luisa Vehil.

Confirmo con alegría que junto a Susy Evans, Paula Marrón, Eduardo Misch y Elvira Onetto Asuntos pendientes es la obra que nos representa hoy.

 

*Psicoanalista, dramaturgo y actor.