A pesar de que cada uno de ellos pone el acento en el trabajo de detectives, forenses y abogados, los verdaderos protagonistas de estos unitarios son los homicidas.
La ficción Dexter lleva esa idea al extremo al ingresar en la mente de un asesino serial. El ciclo cuenta la historia del personaje, del mismo nombre que la ficción, que de niño debe ser reeducado por su padre, al ser descubierto en plena matanza de animales.
De adulto, y ya transformado en un forense policial, Dexter (Michael C. Hall) decide eliminar a otros homicidas cuyos crímenes atentan contra sus códigos del “buen matar”: violadores, pedófilos; en fin, depredadores sexuales. Su modus operandi consiste en atarlos a una mesa y descuartizarlos mientras están vivos.
De la escena del crimen se lleva un souvenir: unas gotitas de sangre que perpetua entre dos pequeños vidrios y que esconde, como lo hizo decenas de veces, dentro del acondicionar de aire de su departamento.
“La serie se desarrolla en un ámbito moralmente ambiguo. No negaré que el público tiene permiso de identificarse con alguien que asesina. Desearía que se valorara al programa porque no tiene un planteo blanco o negro, sino que se mueve en áreas grises”, dijo Hall, en una entrevista cedida por Cityvibe, la señal premium que estrena la segunda temporada de la serie, el 5 de abril, a las 18.55. (La primera se verá por Fox, el 26 de este mes, a las 22).
Hall ya tiene experiencia en roles complicados: durante cinco años interpretó a David Fisher, el sepulturero gay de la serie Six Feet Under.