Amanece en Buenos Aires, en mi casa, en mi cama, abrazo a mi mujer, doy vueltas y no me puedo dormir. Amanece en Kinshasa, es Africa, el hotel no me da seguridad. Estoy expectante, inquieto y no me puedo dormir. Amanece en Goma, provincia de Kivu norte y me siento cansado, enojado, tengo miedo, estoy asustado, con muchas ganas de llorar y no me puedo dormir.
Amanece en Buenos Aires, doy vueltas, no quiero despertar a mi mujer. La abrazo, me duele el pecho, sé que en la habitación de al lado está mi hija y que si cruzo el charco están mis padres, mis hermanos, pero no me puedo dormir. Amanece en Goma, mis ojos nunca se cerraron, siento sus miradas, su impotencia, su dolor, su humillación. Me duele el alma de esta gente, me duele la falta de esperanza de estos hombres, de estas mujeres y niños, y no me puedo dormir.
Amanece en Buenos Aires, estoy parado en el cuarto de mi hija, Jazmín, le acomodo las mantas, le hago la señal de la cruz, sé que mi mujer, Viviana, no se despertó, y eso me tranquiliza, porque ella está preocupada. Anoche, como todos los días, le mandé mensajes de texto a mis viejos, los hago reír. Con mi viejita no podemos hablar más, sólo nos miramos, sonreímos o lloramos, pero nos entendemos.
Amanece en Buenos Aires, está pronto el mate, y me pongo a escribir. Sonamos, se despertó ‘la Flaca’, viene a la cocina, me pregunta qué estoy haciendo. Le pregunto: ‘¿Querés un mate?’. Sabe que no me puedo dormir. Son la 5 de la mañana en Buenos Aires, las 10 en Kinshasa, las 11 en Goma, República Democrática del Congo. Es la primera vez en su historia que ingresa al país un Embajador de Buena Voluntad del ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) con una misión, mi misión: Mostrar al mundo una de las peores crisis humanitarias de la actualidad. Dios nos abrió esa puerta para que veamos la antesala del infierno. Y ahora sé por qué...
Un Embajador de Buena Voluntad es una persona que ayuda a visualizar el trabajo de una organización (en este caso ACNUR), que significa “Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados” (en inglés, la sigla es UNHCR), que fue creada en 1951 para ayudar a las víctimas de la II Guerra Mundial. Pero esta organización, además de los refugiados, también se ocupa de los desplazados, hombres, mujeres y niños que escapan por violencia, persecución, discriminación, de su lugar de origen, pero que a diferencia de los refugiados no cruzan las fronteras de su país. A esas personas, ACNUR las ubica en un campamento y les provee condiciones básicas para garantizar su protección.
La nota completa puede leerse en la edición impresa de la Revista Caras.