ESPECTACULOS

Mujer mágica

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La China fue para mí un referente en la vida y en el teatro. Fue mi amiga y también siempre le decía que para mí era como una segunda madre. Me enseñó muchas cosas, entre ellas, a tener sentido del prójimo. Trabajamos juntas, hicimos viajes juntas, con sus sobrinos, con mis hijos… Ella me decía Doña Lola, por Lola Membrives, lo que era como un piropo exagerado; incluso me tejió un pulóver que dice Doña Lola y que conservo.
La conocí cuando vino a hacer Pobre diabla en 1973. Antes, ella había venido a filmar Un guapo del 900, y Migré la vio y la convocó para que hiciera el personaje de mi madre en Pobre diabla. Así que desde el ‘73 hasta 2014 estuvimos juntas. En ese trabajo, ella siempre metía un bocadillo; me decía “Quela, Quelita [porque yo me llamaba Marcela], mamita sabe”. Eran grabaciones maravillosas donde Alejandro Doria nos subía a un colectivo, prendía la cámara y nos dejaba improvisar. Nos divertíamos mucho. Ella tenía un gran sentido del timming, del tempo actoral para manejar la comedia como nunca he visto a nadie.
Otras de sus características inconfundibles es que ella siempre se hacía su ropa, muy particular: pollera y saco combinados y un peto (lo que llamaríamos un top) blanco. Además, vivía jugando al chinchón; nos torturaba a todos jugando al chinchón en esas giras de kilómetros y kilómetros; nos íbamos pasando la posta para que ella pudiera seguir jugando”. Y era mágica, lo que se refleja en miles de anécdotas: una vez íbamos caminando por Nueva York y me dijo: “¿Cómo puede ser, Doña Lola, que nadie todavía me haya dicho ‘China, ¿qué estás haciendo en Nueva York?’”. Terminó de decir esto y salió de la esquina un señor con un piloto al viento y le dijo: “China, what are you doing in New York?”. Yo en ese momento caí al piso como dibujito animado porque no podía creer… He vivido momentos mágicos con ella y los tendré en mi corazón hasta el día en que yo también parta.

*Actriz y amiga.