La nube rosa, el tercer disco de Bersuit Vergarabat después de que Gustavo Cordera abandonara la banda, los encuentra, en un punto, como siempre. Ahora, ese “siempre”, para hablar de la Bersuit, es como dirá Juan Subirá –la voz y teclados de la banda desde aquella partida– “algo en permanente movimiento”.
En este caso, la banda está a días de la presentación oficial del disco, el 13 de mayo en el Teatro Opera Allianz, fecha que será la plataforma de despegue del disco que se considera “una especie de cambio de paradigma para la banda”, y que los llevará de gira Estados Unidos y México. Un show que el cantante define de la siguiente manera: “La idea madre del concierto es tocar todo el disco, entero. Es decir, presentar La nube rosa, que es nuestra última presentación. Estamos muy contentos con este trabajo, todo el público está muy contento por el contenido del disco. Es algo que hemos descubierto a través de comentarios, de lo que leemos, de lo que nos llega. Después el show se va a completar con esas canciones siempre queridas y populares que fuimos generando a través del tiempo. Claro, teniendo cuenta que el marco es un teatro, que es un lugar diferente a donde hemos tocado todos estos años”.
—¿Dónde está la fuerza de la Bersuit hoy?
—Bersuit es un grupo difícil de etiquetar y de definir. Siempre lo fue. Y lo sigue siendo. Siempre fue un grupo muy variado y sigue siendo ecléctico, cambiante; este disco lo prueba de un tema a otro, en sus diferencias estilísticas. Eso está en nuestro ADN. Te da mucha fuerza. Es un trabajo para disfrutar. En vivo siempre hacemos un show fuerte, divertido, a veces con momentos de mucho agite, otros más introspectivos. Es una banda con mucha presencia en el escenario.
—Hablás de un espectáculo divertido. ¿Cómo creés que puede reaccionar el rock frente a lo que pasó en Time Warp?
—Es algo muy triste, digamos. Es difícil para nosotros evaluar esa situación, porque nos es bastante ajena. Es un medio que incluso personalmente desconozco. Nunca fui a una fiesta de ésas y no sé de qué se trata, de qué va la cosa. Sí a través de comentarios, de gente cercana. Personalmente nunca lo experimenté. Me parece algo bastante complejo. Por un lado, porque son ámbitos llenos de chicos que básicamente quieren divertirse y pasarla bien, y eso está buenísimo. Pero a su vez hay un mundo periférico que tiene que ver con todas estas drogas de diseño, que en definitiva uno tampoco termina de saber de qué se trata. Es muy difícil de entender y de evaluar. Lo cierto es que cuando hay un evento así, con pibes, es algo jodido. Comparan estas fiestas con el rock, algo que siempre hacen, y la verdad que son ámbitos que no tienen nada que ver con nosotros. Todas esas cosas evidentemente son difíciles de custodiar, de regentear. Pero hay que hacer un seguimiento, sobre todo el ingreso de estas drogas de diseño.
—¿Considerás que ustedes siempre fueron una banda muy responsable con su público en vivo, sobre todo ahora que se pone bajo la lupa este tipo de eventos públicos con jóvenes entre la audiencia?
—Sí, por supuesto. Si bien podemos decir que somos una banda fiestera y delirante por momentos, lógicamente hay que ser responsable con el público. No podés mandar a la gente al picadero. Cada uno hará con su vida lo que quiera. Si vos lo tenés que aconsejar, que la verdad que no nos gusta ya que nunca nos pusimos en ese lugar, si le tenés que tirar una buena onda para que el pibe se encamine lo mejor posible, se hace. Siempre el adolescente va a buscar vivir, experimentar, pero hay que ayudar a que la pase bien, no a que se parta la cabeza.
—En el último tiempo se ha criticado mucho a las bandas que dejaron en claro su afiliación política; ¿qué pensás al respecto?
—A nosotros nos sale así, nos identificábamos mucho con el kirchnerismo y tocamos en muchos actos o programas como de Cultura de la Nación, o, por ejemplo, Maravillosa Música, que se hicieron por todo el país. Lo veo como algo que vale porque tener una opinión política y dejarla en claro es algo que personalmente veo bien, que te deja parado en un lugar, y hay gente a la que puede no gustarle. Pero nosotros tenemos un diálogo con quienes piensan distinto. Nuestra posición es clara: estamos absolutamente en contra del neoliberalismo. Lo demostramos durante el menemismo y ahora se está viviendo un proceso similar y seguimos en el mismo lugar.
—¿Falta reacción del rock a la nueva situación política?
—Tampoco el rock es un resorte que se acciona inmediatamente. Hay que hacer un paneo, una lectura de la situación. Nosotros hace rato que hablamos de esto porque lo sentimos así, porque pensamos que es la continuación de algo que no empezó ahora, sino que es una puja de intereses que vienen desde hace mucho tiempo. Hablamos de ellos en todos nuestros momentos. Pero el rock históricamente tuvo artistas comprometidos y otros que no. Y es parte de la cosa: el compromiso que se quiere tomar es personal y no se puede obligar a nadie.
—Siempre dejaron en claro su posición frente a la dictadura, y vos tenés temas escritos al respecto. ¿Qué les genera la declaración de Darío Lopérfido?
—Es una barbaridad. Es una falta de respeto a tantos años de mucho trabajo, una falta de respeto frente a las Abuelas de Plaza de Mayo, a las Madres, a las víctimas del terrorismo de Estado. Realmente este muchacho está muy equivocado. Suena también un poco a provocación. Hay una campaña para que renuncie, bueno. Es triste que pase esto después de tantos años buscando a los chicos y no tan chicos, de que tantos hayan recuperado su identidad, después de tanto trabajo.
—Siempre tuvieron un compromiso político. ¿Hoy vale más que en otros momentos?
—Nacimos en el fin del gobierno de Alfonsín, con la hiperinflación, un momento muy complejo; enseguida comenzó el menemismo y se veía adónde se encaminaba la cosa, un proceso nefasto. Nosotros teníamos una postura muy clara y eso nos definió para siempre. También creo que pagamos un costo en ese sentido. En nuestro primeros años, gran parte del pueblo argentino se volcó por el menemismo, y hasta volvió a votarlo. Paradójicamente, cuanto más empeoraban las cosas, más crédito teníamos.
—¿Y ahora cómo sigue?
—Nosotros vamos a seguir. Tenemos una postura muy tomada. Vamos a hablar, y cuando se pueda vamos a dejar en claro nuestra postura. Tampoco se puede machacar permanentemente a la gente. Hay amigos y conocidos con otra posición. La idea no es convencer, no es tener una bajada de línea muy ostensible. No creo que ése sea el camino.
Presente y futuro del rock
—¿Qué representa un disco como La nube rosa para ustedes en esta etapa?
—Estamos muy contentos. Tenemos muchas ganas de salir a tocarlo. Por eso en el show del 13 del Opera queremos ver qué sucede. Es el tercer disco que hacemos en esta etapa sin Gustavo Cordera, que ya son cinco años. Estamos en el camino nuevamente. Tocando mucho. Después del show en el Opera nos vamos de gira a Estados Unidos, son nueve shows en Estados Unidos, y después México y Chile. Ojalá que este disco nos lleve y nos ponga en un lugar importante en la escena del rock local. Sentimos que es un disco muy importante y que merece ser escuchado y tocado en todos los lugares donde se pueda llegar.
—¿Cómo ves al rock local y su escena?
—Hay un montón de bandas de rock históricas y en ese sentido no veo que se esté tocando mucho. Ahí aparece la falta de guita, se empieza a sentir la sequía del mercado y eso nos va a afectar a todos. En el espectáculo se siente rápidamente. Hay muchas bandas que van apareciendo con más fuerza, como Salta la Banca. O bandas como Las Pastillas del Abuelo, que han crecido muchísimo. Nosotros seguimos estando y dando batalla. El rock argentino siempre fue fuerte, siempre generó nuevos artistas, que están tocando y armando sus banditas y sus proyectos. Hay música para rato. También creció mucho la periferia, el folclore, el tango. El rock necesita de eso, la música latina... Hay como un cruce de artistas que van y vienen entre un género y otro. Yo creo que hay mucho para dar todavía.