ESPECTACULOS
teatro del pueblo

Noventa años de fomentar y celebra la independencia

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Aniversario. La entidad fue la primera organización teatral no profesional independiente en Argentina. Desde 1931 tiene su espacio propio, un sitio y una forma de creación de productos culturales diferentes y que se salen de la norma comercial. | GZa. PRENSA HAYDEE MAROCCHI

Con ánimo de modernización de la escena  porteña, que se quería puesta al modo europeo en vigencia, el teatro independiente nació el 30 de noviembre de 1930, cuando Leónidas Barletta fundó el Teatro del Pueblo. Brotó al pie del primer motín militar del siglo XX, al calor de la influencia del grupo Boedo y atento a las novedades estéticas venidas de Europa y de la Unión Soviética. Se asentó con fuerza en Buenos Aires y luego de un par de décadas se extendió a las provincias, manteniendo la idea inicial de la tendencia: cambiar el mundo. Tal como lo declaró uno de los próceres del movimiento, Pedro Asquini: “nosotros no queríamos ser románticos. Nuestra posición era clara: queríamos contribuir a modificar la realidad”. 

La elección del receptor, los sectores de cultura careciente, a quienes había que mostrarles “el camino correcto”, le dieron al movimiento una función pedagógica que quedó en intención. El TI no atrajo a ese espectador supuestamente relegado, que poco aceptó el convite. Luis Ordaz, compañero de ruta del movimiento, lo ratificó: “Nunca integramos a los sindicatos obreros, siempre tuvimos a la clase media: profesores y alumnos”. 

No obstante la escasa respuesta popular, estos propósitos le otorgaron a la tendencia un color de izquierda, marca indeleble cargada durante (casi) toda su vida. Se trataba de una afinidad real pero no definida por adhesión partidaria alguna. Por el contrario, muchos núcleos independientes añadieron a sus reglas la necesidad de poner distancia de la política. No obstante, y entre otros maltratos del poder, con frecuencia los independientes fueron perseguidos por “comunistas”. 

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El Teatro del Pueblo fue la primera organización teatral no profesional, independiente, que consiguió mantener una actividad permanente. Cuando tuvo posibilidad de contar con espacio propio (lo obtuvo pronto, en 1931), comenzó con las funciones teatrales continuadas, interpretadas, según la definición de Enrique Agilda, otro prócer de la tendencia, “como quien cumple un rito –aunque fuera con la sola presencia de tres o cuatro espectadores–, porque lo que se realizaba era un acto de fe más que una representación teatral”. 

La flamante entidad fue entonces un plan atractivo, imitable, de modo que pronto gente con las mismas inquietudes fundó organizaciones similares, creadas con los mismos presupuestos y objetivos. La suma de entidades parecidas le dio a la tendencia una engañosa uniformidad y estableció el malentendido de que no cabían diferencias entre una u otra agrupación. De modo contrario, fue un  fenómeno de alta diversidad que se expresaría claramente si se hiciera el análisis fino de la trayectoria de las distintas agrupaciones, partiendo del pionero Teatro del Pueblo y pasando por La Máscara, Teatro Fray Mocho y Nuevo Teatro. 

La muerte del conductor en 1975 frenó temporariamente el proyecto del Teatro del Pueblo, que entonces trabajaba en los sótanos de Diagonal Norte 943. Hubo iniciativas posteriores que buscaron reanimarlo, hasta que en 1994 las herederas (dos actrices del elenco y la esposa de Barletta) vendieron la propiedad al Instituto de Fondos Cooperativos. Esta entidad y la Fundación Carlos Somigliana (SOMI), conformada entonces por siete autores y convocada para hacerse cargo de la futura programación, procedieron a la remodelación total de los tres sótanos. En 1996, con el nombre original recuperado, SOMI restituyó la actividad teatral, con una cartelera dedicada en su totalidad a obras de dramaturgia local. Se representaron más de 300 títulos, en su mayoría en calidad de estreno, durante 22 años. 

En 2018 SOMI, ahora integrada por nueve autores y autoras (Tito Cossa, Bernardo Carey, Marta Degracia, Roberto Perinelli, Héctor Oliboni, Adriana Tursi, Andrés Binetti, Raúl Brambilla y Mariela Asensio) por la incorporación de sangre nueva, abandonó el espacio de Diagonal Norte y se llevó el nombre, los propósitos y las ambiciones al nuevo edificio propio, levantado en Lavalle 3636 e inaugurado hace un año, el 30 de noviembre de 2019. Si no fuera por la pandemia, allí, en su nueva ubicación, hoy el Teatro del Pueblo festejaría sus noventa años de existencia.

*Dramaturgo e integrante de SOMI