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guillermina valdes

“Pedí no sacarme la ropa y cuidar la estética”

Protagonista de Sexo con extraños, la actriz-modelo sostiene que recién ahora se siente segura para encarar ese papel. Dice que respeta los procesos de su pareja, Marcelo Tinelli.

Deseo. Guillermina Valdes admite que hay gente que quiere verla y juzgarla en la obra Sexo con extraños.
| Sergio Piemonte

A Guillermina Valdes, quien estudió varios años con Julio Chávez, mujer de Marcelo Tinelli y madre de cuatro hijos –Lorenzo el más chiquito con Tinelli–, le llegó el debut teatral en la avenida Corrientes,  protagonizando Sexo con extraños con Gastón Soffritti, una obra que convoca (unos 1.200 espectadores en cuatro funciones semanales) en el Metropolitan Citi. Y le toca compartir la cartelera con estrellas como Susana Giménez, Ricardo Darín o Antonio Gasalla, los tres primeros en la taquilla. En Sexo con extraños es Olivia, una escritora de 40 años que romperá con sus escrúpulos, seducida por un promiscuo joven de veintipocos (Soffritti) que le promete el éxito que se le venía negando por otras vías. “Es una mina muy prejuiciosa –cuenta sobre su personaje– porque la mirada del afuera fue muy fuerte y la criticó mucho. Ethan es todo lo contrario. Ella se vincula con él desde el amor y la admiración, no porque quiere conseguir algo. Olivia no transa”, asegura.

—¿Qué tenés del personaje?
—En algún momento de mi vida dejé de hacer cosas por la mirada del afuera, de mis padres, de mi familia. Hoy tengo en común la otra etapa de Olivia. Tengo la seguridad de hacer lo que quiero, por mérito propio. Esto fue un esfuerzo para mí, como un hijo más. Entiendo el sentimiento de ella cuando está encerrada por miedo y entiendo cuando quiere hacer algo porque en el fondo siente que es buena en lo que hace.

—¿Pudiste abandonar el peso de la mirada del otro?
—Cuando me llegó el protagónico tenía los mismos prejuicios que la gente tenía conmigo. Te preguntás: ¿una hora y media de texto? Y, da temor. Ahí me planteé que no podía tener los prejuicios contra los que lucho. No puedo ser mi propia enemiga. Sé la preparación que tuve y que estudié 6 años teatro. Es el espacio que más transité.

—¿Protagonizar no te expone un poco más?
—Me hago cargo de donde estoy todo el tiempo. No pienso mucho porque estoy trabajando en esto. Si te regalan las cosas empezás a preguntarte dónde pararte. Después, si los demás tienen una mirada u otra, o si les gusta o no lo que hago… en mi caso ya es algo ganado. Si yo fuera la de antes, no estaría acá protagonizando. Hoy puedo ser lo que soy porque puedo bancármela. Leer una crítica mala o una buena, sabiendo lo que quiero.

—¿Por qué crees que la obra va bien?
—Para mí un éxito es haber llegado a que Olivia tenga vida. Socialmente se mide por venta de entradas y yo soy muy colgada con eso. De eso se encargan los productores.

—Si vas a borderó, fijate…
—(Ríe) Olvidate. Esto es amor al arte… Pero bueno, no le puedo atribuir el éxito a nada especial. Los chicos están a full con las redes y la obra también plantea esto. Hay algo que es muy de hoy. Es un espejo en el que te sentís identificado.

—¿Ser Guillermina Valdés atrae a la gente?
—Hay cosas que uno no termina de saber. Gastón tiene su público y habrá gente que tendrá la expectativa de qué puedo hacer yo. Se llama Sexo con extraños… también está la cabecita de cada uno, lo que cree que va a ver.

—Mucho no mostrás. ¿Pediste no salir desnuda?
—Sí, y que las escenas más jugadas se trabajen con una coreógrafa. Pero hubo pedido de las dos partes, más de la mía, de no sacarme la ropa. Son escenas muy cuidadas, con las limitaciones que íbamos teniendo en este contexto y lugar. Es todo muy estético.

—¿Tenés devoluciones?
—La autora (Laura Eason) me dijo que la sintió en inglés y no en castellano, porque me seguía en el escenario y veía a la Olivia que escribió. A partir de eso, todo lo que me puedan decir, si soy modelo u otras cosas que leí por ahí, ya está. Con que a ella le haya gustado para mí es un montón. No por el ego, sino porque le pude ser fiel al material. De la función uno a la 25 Olivia es otra. Hay guiños del público. Cuando digo: “Pensaba que vos en diez años vas a estar perfectamente y yo hecha mierda”, siempre escucho un murmullo femenino… Yo no me veo con una persona más joven, pero calculo que si estás con alguien así, lo pensás.

—Es lo opuesto a tu relación con Marcelo Tinelli…
—El teatro es un juego. Cuando más te alejás de tu realidad, más te permitís jugar.

 

“Mis hijos son mis maestros”

Guillermina  Valdes tiene cuatro hijos: Dante, Paloma, Helena y Lorenzo. “Es lo mejor del mundo. Mis hijos son mis maestros, te ponen dificultades que te hacen crecer todo el tiempo. En mi caso, si quiero algo me paro a un costado y primero pienso en los cuatro, después de eso está la decisión. Es un trabajo muy lindo ser mamá. Es una responsabilidad que te hace sentir muy feliz. Uno crece también cuando te ponen dificultades”, explica y cuenta que de los tres más grandes se ocupa como un grupo. “Lorenzo está en otra etapa, pero tengo una persona que me ayuda de mucha confianza. Cuando no estoy con ellos,  siempre chequeo. Tenés que ser organizada. Soy muy presente, desde el colegio al dentista”.

—Con la vuelta de “ShowMatch”, ¿clima especial?
—No, para nada. De hecho, el año pasado yo estaba con mi empresa y fui mamá de Lorenzo, y Marcelo volvía después de un tiempo. Soy muy respetuosa de los procesos. Yo ahora estoy bajando de la adrenalina de mi estreno. Ahora me siento más liviana.

—¿Es parecido un éxito teatral a la tevé con el rating?
—No sé de televisión, porque no hice. En teatro existe libertad de hacer lo que uno siente y construyó. Nada se puede modificar por rating.  

—La obra habla de la popularidad. ¿Cuesta estar en boca de todos?  
—Se lleva. No es algo que me encante. No hay un libro que te diga cómo. Hay que estar enfocado en uno. No sólo en el laburo, sino como madre y mujer. A veces es tanto lo que se comenta, tan nocivo y violento, pero tan lejano a la realidad, que no me llega a tocar mucho. La mejor forma es saber lo que uno es y transmitirles eso a tus hijos.

—¿Acompañarás a Marcelo al primer programa?
—Ay, no sé todavía… (ríe)