En el fondo yo siempre he sabido que soy gay, sin embargo, me pasé años y años tratando de ocultármelo a mí mismo. Desde que tengo recuerdo, he sentido una atracción muy fuerte por otros hombres y aunque puedo decir que también he llegado a sentir mucha atracción y mucha química con mujeres, es el hombre el que en últimas despierta en mí lo instintivo, lo animal. Es el que me revuelve las entrañas y genera en mí todo el amor y la pasión que busco en una relación. Sin embargo, me pasé mucho tiempo negándome lo que sentía.
Todos conocemos a personas que son gay y en su propia casa tienen que escondérselo a sus padres porque ellos no lo pueden aceptar. Y aunque yo mismo cuento con todo el apoyo extraordinario de mi familia y mis amigos, durante mucho tiempo pensé que decirle al mundo lo que sentía era algo inconcebible.
Socialmente hay tantos prejuicios en contra de los homosexuales que yo pensaba que nadie me iba a comprender, que iba a ser rechazado, pues esos son los códigos que escuché y aprendí desde la infancia.
En mi caso, yo siempre oí que la atracción por personas de mi mismo sexo era algo malo (al fin y al cabo, es lo que dicen algunas religiones), y desde muy temprano comenzó una lucha en mi interior entre lo que sentía y lo que pensaba que se esperaba de mí. Por eso es que lo bloqueé. Por eso lo rechazaba y empleaba todas mis fuerzas en negarme a mí mismo los sentimientos que me surgían internamente.
Si en algún momento tenía un encuentro con otro chico y sentía algo fuerte, algo que me movía el piso, yo de inmediato lo intentaba borrar de mi cabeza. Me decía: “¡No! Este no soy yo. Esto sólo fue una aventurilla”.
Por un lado creo que ni siquiera comprendía lo que me estaba sucediendo y por otro simplemente no estaba dispuesto a aceptar que yo no encajaba en la imagen que todo el mundo tenía de mí. Aunque después de cada vez que tenía una relación o un encuentro con otro hombre lograba, por así decirlo, archivar mis sentimientos, con el tiempo esto se fue volviendo más y más doloroso pues la contradicción dentro de mí era muy grande.
Creo que una de las razones por las cuales se me hizo tan difícil aceptar que soy gay es porque en mi carrera yo era considerado un ídolo latino, una estrella de la música pop, y para algunos, un símbolo sexual. No sé si es por ser latino y por la imagen que hay del latin lover en nuestra cultura, pero yo sentía que de mí se esperaba algo muy preciso, y ese algo era que tenía que seducir –y dejarme seducir– por mujeres. Yo miro a un gran artista como Elton John y me parece una maravilla cómo todos han aceptado su sexualidad. Pero yo no soy él y, culturalmente, sentía que las implicaciones de aceptar mi sexualidad ante el mundo iban a ser más complicadas. Tal vez si hubiera habido otro artista u otro ídolo latino que lo hubiera hecho antes que yo, hubiera sentido menos miedo. Pero la realidad es que no tenía a nadie más que me sirviera de modelo y eso, en mi cabeza, contribuyó a que me pareciera inconcebible.
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