Sabe que ningún invitado que pueda llevar a su living conseguirá más rating que ella misma, y fue su propia invitada en el último programa del año. Susana Giménez delegó el rol de anfitriona en su amigo Oscar González Oro y se prestó a una entrevista que más bien pareció un homenaje.
Extendió la emisión a casi tres horas y desató la furia de Marcelo Tinelli al despedir el programa anunciando que habían superado en medición a la final de Bailando por un sueño. Radiante, invitó a sus amigos y familia a una cena frugal en La Rosa Negra y dejó al conductor de ShowMatch con la sangre en el ojo. Aprovechó el viernes para hacer las valijas y ayer al mediodía partió rumbo a París. No se trata de una escapada romántica con Jorge Rama, sino con su nieta Lucía, autora del apodo “Kika” que la diva prefiere –y exige– para que no la llame abuela.
Lucía cumplió los 15 en noviembre, declinó la tradicional fiesta y Susana, a cambio, decidió llevarla de viaje. “Tenemos algo muy fuerte. Ella es bárbara, muy canchera”, aseguró siempre.
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