Ardiente paciencia. Tal es el sentimiento de decenas de brasileñas que ignoran el almuerzo y el sopor de Río, para guardar en sus retinas el rostro angelical del último ícono joven hollywoodense. Ni Pitt, ni Depp. Simplemente Tom.
Luego de cuatro días en Brasil, Cruise está listo para dialogar con los medios. Once periodistas –una versión ampliada del Mercosur- esperan en el Blue Room del Copacabana Palace Hotel. En otro salón, la prensa local tiene para un buen rato. La antesala de la entrevista refiere a cuestiones amorosas y de fe.
“Remítanse a Operación Valkiria ”, se advierte sin embargo, a propósito de la última película, como para evitar el fastidio del muchacho. Por fin, custodiado por cuatro asistentes, Cruise ingresa a la escena. Nuestra escena. —“Gracias por venir”, dispara con tono reverencial y sonrisa abierta. Incómodo repite la frase de manera mecánica. Es lógico, como una cuestión personal, el actor de 46 años, carga sobre sus espaldas, la maratónica gira que se autoimpuso para promover el film basado en la vida de Claus von Stauffenberg.
En su doble rol de protagonista y productor, acompañado de su mujer Katie Holmes y su hija Suri, en menos de un mes, Tom saltó de Tokio a Madrid, haciendo varias escalas y alfombras rojas para que los 75 millones de dólares invertidos en la historia sobre el fallido atentado a Hitler, dieran sus frutos.
“ Cuando hago una película me presiono bastante”, comenta al iniciar la charla. “Y Valkiria, fue todo un desafío. Hay muchas diferencias entre lograr un film y caer en las típicas convenciones”. Cruise se apasiona al referirse a la historia.
Más allá de la mención del director Bryan Singer (Los sospechosos de siempre, X-Men y Superman) y del guionista Christ Mc Quarrie, se nota que su compromiso trasciende el film. “ Odio a los nazis. Odio a esos tipos que fueron educados para olvidarse de si mismos, para la guerra. Hacer Valkiria me permitió conocer otras historias, comprender la angustia de tantos vecinos temerosos a ser denunciados”.
—¿Quedó conforme la familia del coronel con el resultado?
- Por cierto hubo mucha presión. Incluso uno de los sobrinos de Von Satuffenberg participa de la primera escena con Kennegh y no pudo disimular los nervios que significaban reproducir esa situación. Fue maravilloso contar con la familia durante el rodaje. Lo mismo sentí durante la presentación en Berlín con todo el público alemán aplaudiendo de pie durante diez minutos. De todos modos debo aclarar que no hice la película para la familia del coronel. Nunca trabajo para ninguna persona en particular. Yo filmo para todos.
—Cree que esta película modificará la mirada sobre la Alemania de Hitler?
—No se puede cambiar aquello que fue terrible. Quisiera que la gente sepa que nada tan inhumano debe volver. Nunca más el horror.
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