Siempre pide un whisky en el guión, pero lo cambió y pido un tequila”, dice el mexicano Tony Dalton, el actor protagonista de Sr. Avila, la producción original de HBO que hoy estrena su tercera temporada. Deja en claro así lo mexicano del asunto. El asunto, por decirle así, “siempre tiene en mente a Tony Soprano”. El mismo Dalton la define: “Es la historia de un asesino a sueldo, de un sicario. Alguien que mata. Es algo que llama la atención en cualquier país, pero con una fuerte identidad mexicana.”
—¿Cuál creés que es el atractivo no sólo de “Sr. Avila” sino de series que lidian con el crimen en Latinoamérica, con esa palabra sicario?
—Creo que es algo fácil. Es muy interesante siempre ver al antihéroe, ver la vida de alguien que se dedica a la muerte. Es algo que fascina desde hace siglos. Estás en el supermercado y ves a alguien que se te mete en la fila y el primer impulso es “hijo de pu...”. Algo animal sale en ti, te gustaría tener una pistola. Sr. Avila es eso, es esa faceta que por suerte todo reprimimos. Es también lo que hicimos en la serie desde un principio: quería alejarnos de la telenovela, de lo trillado y tratar de hablar menos y actuar más. Que el drama nos marque. Un poco al estilo de Game of Thrones donde no pasa mucho y temporadas después todo explota.
—En la primera temporada, “Sr. Avila” empieza como un drama de doble vida, de alguien que oculta que es sicario. En la segunda lidia con su nuevo lugar y ahora es el señor de señores.
—Ahora no sabe lo que le espera. Hoy es la persona más vulnerable de la historia, que es algo que estos antihéroes poseen como clave en su recorrido. Está arriba pero no sabe qué implica estar arriba. Aparecen nombres que ayudan y otros que no. Es simple la doble vida, es simple tener un cargo en ese mundo de códigos, pero aquí es asumir su destino. Avila es un hombre que no sigue las reglas, y ahora le toca nada menos que escribirlas.
—Considerando que los sicarios son tremendamente populares hoy, que hasta en los noticieros son mencionados casi diariamente, ¿en qué te inspirás para crear a tu sicario?
—En principio lo que hicimos con el director fue buscar documentales de asesinos. Hay una de Werner Herzog que es buenísimo, On Death Row y The Killers. Filmes donde pudiéramos ver conductas, modos, formas de psicópatas, de bipolares. Como hablan, que hacen en su día a día. No irse a un lugar donde buscás una película, sino buscar algo real, alguien que ha matado y lo sabe, su cómo piensan el mundo, cómo viven. Hay un documental que se llama The Act of Killing, una no ficción de Joshue Oppenheimer, sobre el genocidio cometido en Indonesia en los 60. Hay una parte del asesino que sigue toda la historia, le enseñan el documental y se sube a una terraza donde había matado a muchas de sus víctimas. Creo que es la última escena. Empieza a hablar con el director y sobre lo que le sucedió, y empieza a convulsionar, directamente a regurgitar con el estómago. Ese tipo de pequeños detalles los ha metido en Avila, donde vez que la cordura no es tal, que hay algo de alucinación en la cercanía con la muerte.
—¿Cómo preparás a un personaje así en un mundo donde los antihéroes son moneda corriente en las series?
—De hecho lo hablamos: tenía que haber momentos de Avila tan sólo estando ahí. Por ejemplo, en la primera escena de Los Soprano, Tony está en su jardín mirando los patos. Es la historia de un gángster que está viendo unos patos. Queríamos que se vieran cosas que no están escritas en el guión, que haya espacio y tiempo para ver a este tipo de personaje en su mundo y su mente.
—¿Cómo fue la preparación para esta nueva tercera temporada?
—Es casi matemático. Mientras la producción prepara locaciones, diseños, vestuarios, nosotros, con el director Fernando Rozar, ensayamos, generamos improvisaciones. Ya conocemos la línea, conocemos el camino. Conozco a Avila mejor que nadie.
—¿Qué sabés de él que no sabe nadie más? ¿Cómo es vivir dentro de un personaje así?
—Mucho. Al final ya hay una simbiosis entre este personaje, su oscuridad, conmigo. Todas las pequeñas cosas que definen a alguien: que cierre los ojos de tal forma, que fume de tal otra. Esos gestos anulan la bidimensión, agregan facetas.
—¿Y qué es lo que te gusta de estos antihéroes y en este caso de Avila?
—Qué no piensa tanto las cosas, que es impulsivo. Son como toros. No hablan, actúan.
Especialistas en palabras
Los hermanos Slavich son realeza de la TV de culto latina. Desde hace tres temporadas, los argentinos escriben a Sr. Avila pero en su historial aparecen series como El garante, Mujeres asesinas y las dos temporadas de Epitafios. Confiesan que ya estan escribiendo la cuarta temporada de Sr. Avila.
—La palabra “sicario” hoy tiene otro valor, ¿por qué creen que atrae a la gente?
—Tenemos la sospecha de que lo que más le atrae es ese demonio que todos llevamos dentro. Esa persona, Avila, lo tiene domesticado, lo saca a pasear todo los días. El hace lo que quiere cuando ese demonio sale. También está, ya que no se limita a ser un sicario o no, sino lo que le pasa por dentro. Mostrar esa parte hace que el otro no piense, el que ve, “quizás yo haría lo mismo”. No hay un género puro. Acá hay comedia negra, los personajes se vuelven entrañables desde ese lugar. Eso crea un equilibrio que no se suele ver.
—¿Dónde está la diferencia con otras series de antihéroes, como Breaking Bad o Dexter?
—Antes creían que podían adivinar lo que podía pasar. Y se equivocaron. A veces sale bien. Nunca es una tendencia el bien para nosotros. Siempre tendemos al mal. Hay demasiado escrito sobre el bien. Y muy pocos que conozcan el mal como nosotros. Mucho final feliz. Nosotros no tenemos final feliz.
—¿Esta temporada es más oscura?
—Es más oscura. No más sangrienta. A veces lo peor que te puede pasar es quedarte vivo. Hay cosas muchas peores que la muerte. Hay cosas más crueles que morirse. Quedarse vivo es una de ellas, definitivamente.
—¿Qué historia de Latinoamérica les gustaría contar?
—Todo lo que vivió el Che y el intento del Che en Bolivia. Pero despojado del panfleto, de la ideología. La historia de lo que vivió el Che en Bolivia, la de-silusión que vivió ese hombre, irse y que esté llegando el Ejército. Es una película, es para hacer una serie.
Producción argentina con Pol-Ka
En un mes comienza el rodaje en Buenos Aires de El jardín de bronce, y aún no hay fecha de estreno “porque no nos gusta generar presiones sobre nuestros productos”, dirá Roberto Ríos, VP corporativo de Producciones Originales HBO. Coproducida junto a Pol-ka, sostiene Ríos: “Hay un proceso de rotación de contenidos, pero nunca estuvimos inactivos en Argentina.” Y agrega sobre la serie que será protagonizada por Joaquín Furriel y que tendrá otros grandes nombres: “Queríamos una franquicia nueva, ya que Sr. Avila ya tiene tres temporadas. Este era el momento perfecto. Ya llevamos dos años en el proceso de adaptación. Es fundamental que el autor de la novela, Gustavo, que también es guionista, sea quien la adapte junto a Marcos Osorio Vidal. Así llegamos a este formato de ocho horas”. Diego Andrasnik, productor de Pol-ka, responsable de títulos como Farsantes y El puntero, destaca: “Lo que queremos resaltar es poder volver a colaborar con HBO en una producción de gran calidad. La serie la dirige Hernán Goldfrid, el director de Tesis para un homicidio. Buscamos generar un producto de calidad y estamos muy entusiasmados y contentos. No es importante sólo para Pol-ka, sino para la industria argentina.”