El sistema de salud se encuentra atravesando, desde hace décadas, una permanente crisis estructural que lo pone en jaque y nos hacen repensar una y otra vez la necesidad de construir un sistema nuevo, eficaz, eficiente y justo para los pacientes y el equipo de salud. En este contexto poder sincerar las prácticas que científicamente están avaladas y que se realizan a diario es fundamental para transparentar el sistema, y con un manual de procedimientos.
Esto permite redireccionar de manera correcta los gastos haciendolos más eficientes, revalorizando el rol humano del equipo de salud, en pos de una medicina humanista como nuestra sociedad pretende y advirtiendo que cualquier actividad humanista es altamente dependiente de los recursos humanos. Cuando nos referimos al sistema de salud todos pensamos rápidamente en un sistema que deja mucho que desear, que muchas veces no responde a la demanda de los pacientes y los médicos del modo adecuado.
Esta cuestión excede a un solo gobierno, es estructural, y nos interpela a todos en pos de mejorar un servicio tan esencial como es la salud. un caso modelo respecto a la pauperización del sistema y de nuestra profesión es el que hemos transitado los médicos de la provincia de Buenos aires en las últimas tres décadas. Desde el año 1991 hasta el 2007 realizamos nuestro trabajo sin actualización de honorarios. Recién en el año 2007 se logró modificar esta difícil realidad obteniendo aumentos que frenaron la sangría y que en los años siguientes lograron ajustarse de acuerdo a las paritarias anuales a fin de que los médicos no perdieran más poder adquisitivo frente a la inflación.
Sin embargo, esta realidad se contrasta con el financiamiento del IOMA, que desde 1991 aumentó año a año su presupuesto, su nivel de gasto operativo, sin que nada de ello se trasladara proporcionalmente al honorario médico. La primera pregunta que nos hacemos es: ¿Dónde está la porción de la torta que nos corresponde? Esta pregunta descarnada responde a que comparativamente, el valor relativo del presupuesto del IOMA correspondiente a honorarios médicos del año 91 en relación al presupuesto de los últimos años, evidencia que los médicos de la Provincia de Buenos Aires hemos perdido honorarios de manera injusta e injustificada.
Los aumentos que cada año obtenemos en las negociaciones con el Instituto sólo permiten no seguir perdiendo más. Es por ello que la segunda pregunta que todos nos hacemos es: ¿En qué momento podremos recuperar aquello que nos han quitado? Entendemos que la realidad es profundamente compleja, pero lo primero que debemos hacer es sincerarnos y poner todas las cartas sobre la mesa para comenzar a enderezar el rumbo en virtud de un mejor sistema de salud, de calidad, eficaz y eficiente.
Para poder maximizar los recursos del sistema, y en particular del IOMA, lo primero que debemos lograr son reglas claras de trabajo. Y es en este sentido que resulta imposible seguir trabajando con el actual Nomenclador de prácticas médicas. Refriéndonos de manera simple, un nomenclador médico es un documento en el que se enumeran, clasifican y tipifican todas las prácticas que pueden llevarse adelante, avaladas científicamente y aceptadas, en este caso, por el IOMA.
Un documento de estas características no sólo es un acuerdo laboral donde se establece un monto por una contraprestación, sino que modela las reglas de juego para poder saber que prácticas sí pueden realizarse y que prácticas no están contempladas, en qué contextos, de qué manera, y en qué condiciones. El actual sistema de salud tiene como referencia un nomenclador que tiene más de 60 años de antigüedad dejando en evidencia un desfasaje, ya a esta altura insalvable, entre las prácticas que llevan adelante a diario los médicos y las prácticas reconocidas por el Estado.
Esta situación obliga a que todos los partícipes estemos obligados a mentir, a falsear la realidad, a acordar que aquella práctica médica que realizamos, como no está en el nomenclador, la asimilemos a otra parecida a fin de que los canales administrativos y burocráticos sigan funcionando. Prácticas que hace varias décadas eran habituales hoy están contraindicadas, sin embargo, integran el actual nomenclador, y lo mismo ocurre con prácticas que son el resultado de los últimos avances científicos que no son siquiera contempladas y por ende no deberíamos poder realizarlas, a pesar de la necesidad de nuestros pacientes.
Sin embargo, la realidad atropella a diario a ese nomenclador, pero también a los pacientes que para poder acceder a las prácticas adecuadas para sus patologías deben enfrentarse cada vez con más frecuencia a trámites de excepción larguísimos que no siempre llegan a un buen final. Ni hablar del lugar de los médicos que quedan expuestos a partir de estas injustas reglas de juego, a acusaciones indebidas respecto a la distancia que hay entre lo que hacen y lo que deben detallar administrativamente que realizan.
Hace 10 años comenzamos a trabajar para modificar el Nomenclador y desde ese momento se lo hemos propuesto a las diferentes autoridades del IOMA que han ido sucediéndose. Siempre se han comprometido sin resultados tangibles. Este año de manera conjunta entre la Agremiación Médica Platense, Frente Médico Regional, las Sociedades Científicas, el CEMIBO y Unión Salud hemos entregado al Instituto un proyecto acabado para implementar un nuevo Nomenclador.
Hoy en día, nosotros, los médicos, volvemos a pedir que transparentemos el actual sistema de salud, que nos sinceremos, que demos un paso adelante para que las acciones diarias coincidan con sus respectivas instancias administrativas, para evitar gastos innecesarios, desvíos evitables, maximizar los recursos, y que todos esos ahorros posibles vuelvan a los honorarios médicos reivindicando la profesión, mejorando la capacitación y, por ende, la labor diaria y la calidad de la atención. La responsabilidad es del Estado. Los médicos lo pedimos por el bien de los pacientes y de la salud: es necesario actualizar el nomenclador.
Para contactarse: Agremiación Médica Platense [email protected]