El cambio del siglo pasado fue importante para Rusia. En la víspera de Año Nuevo de 1999, el presidente Boris Yeltsin renunció con una sorprendente elección sobre quién sería su sucesor: Vladimir Putin, el poco conocido exdirector del servicio de seguridad nacional de Rusia, el FSB, fue elegido para tomar el mando hasta las elecciones de marzo de 2000. El discurso de Año Nuevo de Putin vino poco después a la despedida de Yeltsin.
"Los sueños se hacen realidad en la víspera de Año Nuevo. Aún más en esta noche especial", dijo Putin. Y pidió al público que levantara sus copas "al nuevo siglo".
En ese momento, muy pocos sabían que daría forma a los próximos 20 años de este siglo con tanta fuerza. La popularidad de Putin iba creciendo, pero la mayoría no quedaba segura de lo que realmente representaba este agente del servicio secreto. En aquel entonces, solo se le podía evaluar en función de sus promesas más que de sus acciones.
Veinte años después Deutsche Welle analiza: ¿pudo Putin mantener sus promesas a sus votantes?
A favor de un Estado más fuerte
"Es demasiado pronto para descartar a Rusia como una gran potencia", escribió Putin antes de asumir la presidencia, prometiendo llevar a Rusia de vuelta al escenario mundial. Y así fue: a pesar de las sanciones occidentales y la expulsión del G8, Rusia sigue siendo sin duda protagonista en los sucesos más relevantes de la comunidad internacional: la crisis siria, Ucrania, el programa nuclear iraní.
Así, antes de las elecciones de 2000, Putin prometió a los votantes fortalecer el Estado ruso y de renovar su industria militar y de armas. Y aunque la fortaleza de un Estado es más que su PIB –lo que hace que el poder sea difícil de medir– existe un amplio consenso mundial y nacional de que Rusia es más fuerte de lo que era en 2000. Eso incluye su modernización militar, que es más efectiva que en aquel entonces. Desde un punto de vista puramente militar, ha tenido algunos éxitos: Georgia en 2008, la ocupación de Crimea en 2014 y sus operaciones en Siria desde 2015. Pero no todo llega sin un costo: el rearme de Rusia ha llevado tiempo y dinero, un estimado de 284 mil millones de euros.
Rusia parece más estable hoy que durante las dos guerras chechenas (1994-1996 y 1999-2009), cuando muchas personas, incluido Putin, temían por la integridad territorial de Rusia, ya que sus regiones soñaban públicamente con la independencia en medio de la desintegración del Estado central. Por otra parte, desde el punto de vista occidental, durante el mandato de Putin, Rusia tuvo un retroceso en las normas democráticas; hubo pocos cambios de poder a nivel local o federal que podrían servir para controlar su poder.
El lema de Rusia: "Estar al día con Portugal"
Los recuerdos de la bancarrota nacional en 1998 estaban frescos cuando Putin se convirtió en presidente. Y es que de la noche a la mañana, muchos rusos perdieron lo poco que tenían. Al asumir el cargo, Putin prometió "elevar el nivel de vida" y garantizar un "crecimiento económico dinámico". Específicamente, estimó que Rusia podría alcanzar el nivel contemporáneo del PIB per cápita de Portugal en 15 años, si se mantuviera al 8% de crecimiento, o posiblemente incluso el nivel de Francia o el Reino Unido, si alcanzara el 10%.
Esa declaración se convirtió en una frase común: "ponerse al día con Portugal". A veces se entiende irónicamente, pero no siempre: el crecimiento fue de alrededor del 7,1% entre 1999 y 2007, a pesar de que la crisis financiera mundial. Desde 2000, el PIB ruso se ha multiplicado por cinco: de 300 mil millones de dólares en 2000 a 1,66 billones en la actualidad. Per cápita casi alcanzó a Portugal en un momento: en 2013, 24.300 dólares frente a los 25.600 de Portugal. No obstante, las cosas no han ido tan bien desde entonces. Finalmente, Rusia nunca pudo alcanzar a Portugal.
Un mito generalizado es que el crecimiento económico de Rusia solo se tambaleó después de su anexión de Crimea en 2014, y las sanciones resultantes. En realidad, el crecimiento económico ya era mediocre en 2013. Los economistas culpan, en parte, al modelo económico del país. Putin prometió transformar el país de simplemente un exportador de materias primas a uno más ampliamente basado en productos y servicios de alta tecnología. Sin embargo, Rusia sigue siendo tan dependiente de las materias primas como lo era en 2000, si no un poco más. El presupuesto estatal sigue siendo dependiente de las fluctuaciones en los precios del mercado mundial.
Demografía: dos pasos adelante, uno atrás
Aún más problemático que las débiles estructuras económicas y estatales es su demografía. Cuando Putin asumió el cargo, la población rusa se estaba reduciendo en casi un millón de personas por año. Él vio esto como un "peligro para la existencia misma de Rusia", uno que parecía imposible de revertir. Pero las tasas de natalidad aumentaron a medida que mejoraron las condiciones económicas. Putin anunció en 2011 que la crisis demográfica había sido moderada. Entre 2013 y 2015, la población creció por primera vez en el siglo XXI.
Putin declaró el crecimiento sostenible de la población como un "objetivo nacional" en 2012. Con eso se produjo una mayor esperanza de vida: de 65.5 años en 2000 a 73.6 años en 2019, según el Ministerio de Salud de Rusia. No obstante, la población se redujo nuevamente en 2016, y a un ritmo más rápido. La cantidad de muertes superó a los nacimientos en los primeros nueve meses de 2019 en más de un cuarto de millón. Es la peor disminución en 11 años, según la agencia estatal de estadísticas, Rosstat.
D.W.