Juan Rosell, presidente de la CEOE, la patronal española, fue claro cuando opinó sobre los cuatro partidos políticos que tienen mayores posibilidades. “Estoy tranquilo”, dijo, “ninguno de los cuatro va a alterar las estructuras del sistema”. Izquierda Unida, el único movimiento capaz de modificar sustancialmente las reglas del juego en España, y a pesar de su líder el joven Alberto Garzón, seguramente el mejor preparado de todos y el mejor valorado por los electores y respetado por sus adversarios, lucha en soledad para cambiar el rumbo a la sociedad española. Por eso no le preocupa a Juan Rosell, aunque el porcentaje de indecisos permite una leve esperanza a las clases populares. Se calcula que un 40% de los votantes aún no resolvió en quién confiar.
Podemos, el otro grupo a la izquierda del tablero político con Pablo Iglesias a la cabeza y que durante algún tiempo desde su irrupción ilusionó a quienes desean un cambio radical, ha ido girando hacia el centro y hacia posturas más aceptables por las clases dominantes. El Partido Popular que dirige Mariano Rajoy está prácticamente en descomposición, en parte por las medidas que tomó a raíz de la crisis, que perjudicaron decisivamente a la mayoría de la población (con el 23% de desocupación y empleos precarios y a tiempo parcial) y beneficiaron a la minoría millonaria y grandes empresas que aumentaron considerablemente sus fortunas. Y también está acosado y abrumado por una corrupción enorme y aparentemente imparable de muchos de sus dirigentes más encumbrados. Inclusive el mismo PP está acusado de haber realizado reformas en su sede de Madrid con dinero negro.
Pero la derecha económica y financiera es muy hábil, y ante ese panorama y la segura pérdida de votos del PP, “inventó” otro partido que en muy poco tiempo pasó del casi ostracismo en Cataluña, donde con el nombre de Ciutadans ejercía la resistencia a los partidos independentistas y de izquierda, a llamarse Ciudadanos, con Albert Rivera como líder, y a acomodarse entre los favoritos si no a ganar las elecciones, al menos a resultar, junto con Podemos, una llave inevitable en las muy posibles alianzas que tendrán que afrontar. Lo cierto es que después de muchos años se rompió el bipartidismo en España. PSOE y PP se alternaban en el gobierno sin alterar el sistema. Y ahora, si bien es cierto que Ciudadanos ocupará el lugar del PP y Podemos rejuvenece al PSOE, existe cierta renovación oxigenante. De todos modos, lo más probable es que lo que cambie sean las formas, para dejar el fondo un poco más aseado y presentable pero inmutable. La única incógnita es ver hasta donde Izquierda Unida puede llegar a perturbar a los que mandan
*Ex DT de fútbol. Argentino, vive en España.