Los vaticanistas coinciden en que es la decisión más trascendental que tomó Francisco desde que llegó al trono de San Pedro. El Vaticano confirmó ayer que el Pontífice aceptó la renuncia del cuestionado secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y nombró en su lugar al arzobispo Pietro Parolin, actual nuncio en Venezuela, quien asumirá el 15 de octubre. La elección de Parolin como “número dos” podría marcar el rumbo del papado de Jorge Bergoglio tanto o más que las reformas en la curia o las medidas contra la corrupción y la pedofilia.
El hombre que Francisco eligió como su mano derecha nació en 1955 en el norte de Italia. Es costumbre en el Vaticano que los papas “extranjeros” designen a italianos para ocupar la Secretaría de Estado. Con Parolin, Francisco apostó además por la renovación generacional: el arzobispo tiene 58 años, veinte menos que su antecesor, y será el secretario de Estado más joven desde Pío XII, quien ocupó el cargo en 1930.
Parolin hizo una carrera eclesiástica muy diferente de la de Bertone, un outsider para la diplomacia vaticana. Ordenado sacerdote en 1980, el futuro secretario de Estado ingresó al servicio diplomático del Vaticano en 1986. Sus primeros destinos fueron Nigeria y México, hasta que en 2002 Juan Pablo II lo designó como “vicecanciller” de la Santa Sede al colocarlo como número dos del área de la Secretaría de Estado que se ocupa de las relaciones exteriores con otros Estados.
En ese puesto, Parolin se convirtió en el interlocutor del Vaticano con líderes mundiales, medios de comunicación, diplomáticos extranjeros y jerarcas religiosos de otros países. Manejó misiones sensibles como la relación con la China comunista, Vietnam e Israel. Así construyó un amable vínculo con el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
Los pergaminos diplomáticos de Parolin constituyen un detalle no menor: el arzobispo pasó buena parte de su carrera en el exterior, y por lo tanto es relativamente ajeno a las intrigas palaciegas en la Santa Sede. Según la prensa italiana, ese perfil diferente provocó choques con Bertone cuando era su superior en la Secretaría de Estado.
En 2009, luego de promoverlo como arzobispo, Benedicto XVI lo envió a la estratégica nunciatura apostólica en la Venezuela de Hugo Chávez. Aunque algunos analistas interpretaron que el verdadero objetivo de aquella decisión fue alejarlo de Roma, Parolin aprovechó la oportunidad para desplegar sus dotes diplomáticas. Impulsó una intensa acción para favorecer la reconciliación entre el Estado venezolano y la Iglesia, luego de varios años de mala relación