Brasil resultó excluido de una reunión virtual, convocada hace una semana, por el norteamericano Joe Biden. La cita reunió este mediodía a los presidentes de la Argentina, Indonesia, Corea del Sur, México, al premier Boris Johnson del Reino Unido, al primer ministro de Australia, a Antonio Guterres secretario general de la ONU y a los presidentes de la Unión Europea y del Consejo Europeo. Esa mini cumbre abordó el drama de los cambios climáticos y se propuso garantizar el éxito de la Conferencia de las Naciones Unidas en Glasgow (Escocia), el próximo 1º de noviembre.
La llamativa ausencia de Jair Bolsonaro se debió, según su propia justificación, al hecho de haber recibido la comunicación de Washington apenas siete días atrás. Eso no le habría dado margen para “suspender” compromisos agendados previamente.
Al abdicar de su participación en esa conferencia, el presidente brasileño reveló la frialdad de sus relaciones con el actual jefe de la Casa Blanca. El hecho preocupa en su entorno, especialmente a la diplomacia de Itamaraty. Teme que al aislamiento político interno se le sume un arrinconamiento internacional. Podría acentuarse la imagen de un “líder” despreocupado por los cambios climáticos y sin ningún compromiso con poner un freno a los incendios, la deforestación y la destrucción del Amazonas, el talón de Aquiles de Brasil. Hay un dato pavoroso sobre esa falta de acción oficial para preservar la floresta tropical. En agosto de 2021, se registró un récord de incendios forestales al ser detectados 8.588 focos de calor en el estado amazónico.
Teme que al aislamiento político interno se le sume un arrinconamiento internacional
Esa falta de interés del gobernante en asuntos que conmueven al mundo, como los cambios climáticos y las catástrofes derivadas de ellos, también tiene impacto en la política doméstica. La radicalización de Bolsonaro en este tema, donde también ejerce una suerte de “negacionismo”, ha influido en la división de los empresarios del agribussines. De un lado se encuentran los grupos de apoyo al presidente que se apropian de las tierras públicas selváticas para demoler la arboleda y criar vacas; del otro, están quienes se preocupan con la “mala percepción” sobre Brasil y el impacto en el comercio exterior.
En el primer grupo, el de los bolsonaristas, se sitúan los productores agropecuarios que buscan hacerse de tierras a costo cero; del otro, están las empresas de la agroindustria y las trading. Estos últimos creen que se vienen malos tiempos ya que deberán enfrentar trabas a sus exportaciones, por cuenta de la destrucción amazónica. La participación del campo en el Producto Interno Bruto de Brasil dio un salto gigantesco desde 1970 a la actualidad. Hace 50 años, el sector aportaba apenas 7,5% del PIB. El agro ocupa hoy nada menos que 26,6%. Pero ¿cuánto podrá derrumbarse cuando el mundo condene la ruina del “Pulmón del Mundo”?
Con la voz de Brasil silenciada, la convocatoria giró alrededor del gas metano. “Tenemos que comprometernos a reducir las emisiones de ese gas en 30% hasta 2030. Esto tendrá un efecto positivo en la salud pública y en la agricultura” sostuvo Biden. Admitió, también, que será preciso “ayudar a los países en desarrollo que quieren mejorar el ambiente. Tenemos que dar pasos para mejorar el empleo, abandonando los pozos de petróleo y gas”.
La popularidad de Jair Bolsonaro, en caída
El descrédito presidencial, por su inacción en temas claves para el campo y la industria, crece día a día
El descrédito presidencial, por su inacción en temas claves para el campo y la industria, crece día a día. Desde luego que no es el único aspecto que deteriora el apoyo del establishment al jefe del Palacio del Planalto. Según una última encuesta de la consultora Datafolha, Bolsonaro pierde respaldo inclusive en aquellos grupos religiosos de fuerte presencia nacional, como los evangélicos. Es entre ellos que se produjo un descenso abrupto de los seguidores: en enero último, 40% de ese segmento social eran “bolsonaristas” consecuentes.
Hoy, sólo 29% le declara su total confianza, al considerar “óptimo” el desempeño del gobierno federal. En simultáneo se observa un aumento del rechazo al presidente, que pasó de 51% en julio a 53% esta semana. Ese dato pone un techo grande a las aspiraciones del presidente de conseguir su reelección en octubre del año próximo. La investigación de Datafolha identificó quiénes lo repudian más. De acuerdo con la encuestadora, pertenecen a esa franja poblacional de clase media, que gana entre 5 y 10 salarios mínimos (es decir, entre 1.000 y 2.000 dólares).
*Autora de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.