Las aborrezco, siento que sólo sirven engrosar libros de historia, para conocer cómo llegamos hasta nuestro presente a través de un pasado doloroso, manchado de una violenta sangre: las guerras siempre son absurdas. Entrar en ellas cuesta relativamente poco esfuerzo para los estados-naciones que deciden jugarse la piel. Los enfrentamientos bélicos guardan un origen adolescente en las cabezas de quienes deciden apostar por las armas en vez de las palabras y, casi sin excepciones, estos enfrentamientos encuentran un terreno propicio en aquellas cabezas sanguinarias que orillan la demencia.
Lo verdaderamente complicado en cualquier enfrentamiento no es alistar tropas sino decir “basta, hasta acá”. En las guerras emergen a borbotones el sufrimiento y la barbarie; en cualquier caso no existen ganadores.
Hecho el preámbulo, escribo estas líneas pensándome como asesor de Joe Biden, luego de escuchar al presidente de Estados Unidos declarar: “Después de 20 años, he aprendido por las malas que nunca hubo un buen momento para retirar las fuerzas estadounidenses.” Puede ser cierto que una vez iniciado el conflicto no haya un momento propicio para la retirada, ¿pero puede haber un mal momento para decir “no va más”?
Biden y la salida de Afganistán
Sí, y estamos parados en el preciso momento en que decir “basta” implica un derrota estruendosa para la Casa Blanca. ¿Por qué?
1- Porque Afganistán está mucho peor hoy que hace 20 años atrás, cuando el entonces presidente Bush inició el conflicto bélico. Con más de 2000 soldados muertos, Estados Unidos deja Kabul ya no en plan de retirada, sino de capitulación. Frente a los ojos del mundo, la superpotencia mundial abandona el país musulmán apremiada por el avance de los fundamentalistas.
2- Porque la promesa de dejar una nación libre y democrática de Bush, Obama, Trump y, también, Biden, chocó contra la defensa de los talibanes.
3- Porque esa misma defensa pasó al ataque en muy pocas semanas. Alzados con el poder y habiendo recuperado Kabul, los fundamentalistas volvieron revitalizados, prometiendo sangre y violencia a quienes decidan sublevarse.
4- Porque Biden, un hombre experimentado, pecó de optimista. Así como prometió una vacunación completa de toda la sociedad para el 4 de julio de este año, también utilizó la conmemoración del 20 aniversario del atentado a las Torres Gemelas para marcar el fin de la guerra contra sus detractores.
5- Porque en la pelea contra el Covid, aquel enemigo invisible, es difícil achacarle responsabilidades a un presidente que en poco tiempo logró revertir una situación sanitaria y epidemiológica severa. En cambio en la segunda, en aquella donde el enemigo es real, de carne y hueso, y quizás el más temido por la sociedad norteamericana, la responsabilidad sí es de Joe Biden. El miedo al terrorismo está vivo en Estados Unidos, no se resuelve con tapabocas, y su población vive hoy con desesperación un eventual acto terrorista islámico luego de la debacle en Afganistán.
6- Porque el horror en el país árabe revitalizó la figura de Donald Trump. Claro está que para el Republicano el Covid era un asunto de menor importancia, pero no así el conflicto bélico, como tampoco lo es para su población. El anterior presidente crecerá a partir de aquí
Joe Biden defendió su decisión de retirar las tropas estadounidenses de Afganistán
En tren de querer enfocar los recursos de Estados Unidos hacia un nuevo orden mundial, establecer prioridades y reconfigurar el escenario geopolítico, Joe Biden dio un paso en falso que lo pone a la defensiva por primera vez desde que es presidente; falla que, además, vuelve a posicionar a los republicanos en la idea de garantizar la seguridad nacional frente a un enemigo real.
Si Joe Biden quiere volver a recuperar su agenda internacional, primero deberá recuperar la confianza de aquellos estadounidenses que ven en esas AK-47 la amenaza real de los talibanes en suelo norteamericano.
* José Ferrentino. Asesor en Comunicación Política. Percipi Consultora. https://www.linkedin.com/in/joseferrentino/