Parece una ironía; un poco cruel. Pero desde que estalló la pandemia, hace exactos 5 meses, las clases medias tuvieron que modificar sus estándares de vida: compran menos, viajan menos, suspenden las cuotas de colegios particulares, dejan el gimnasio y cambian el restaurante por la comida en casa. Fueron, de hecho, expulsadas del paraíso de consumo y las circunstancias presagian una vuelta muy lenta. O tal vez, el no retorno.
Brasil, que decidió abrir cuarentenas en medio de cifras récord de contagios y muertes, no ha conseguido que los sectores medios normalicen su estilo de vida. Así lo indican las encuestas de dos consultoras: Locomotiva y Bain & Company. El diagnóstico no podría ser más aciago: es la mayor caída del nivel de vida desde 1940. Y 93% de los brasileños percibe que su modo de vida, de aquí en más, será diferente al que tenía antes de la pandemia.
Con la recesión de los años 2015 y 2016, más el retroceso económico que se espera para 2020, Brasil habrá perdido en esta década, todo lo que conquistó entre 2001 y 2010. “Fue una auténtica montaña rusa, con un ascenso empinado en los primeros 10 años del milenio, al que siguió una brusca caída” relató en su informe Renato Meirelles, director de Locomotiva.
Crisis económica
Lo cierto que este año habrá un descenso récord del consumo de las familias. El derrumbe llegará a 7,2%, según estimaciones de la Confederación Nacional del Comercio. Y esa disminución permea “todas las clases sociales”.
Realizada a pedido del diario Estado de São Paulo, esta investigación pone de relieve un sentimiento generalizado por la pérdida del estilo de vida. 54% de los brasileños reveló que su cotidianeidad empeoró sensiblemente en estos meses de Coronavirus. Y 60% no cree que la recuperación sea rápida; piensa que la retomada demoraría al menos un año.
¿Cuáles son lo bienes y servicios a los que la mayoría ya decidió renunciar? 57% ya no gastará en viajes turísticos; 41% irá a prescindir de los gimnasios y 36% abandonará cenas y almuerzos de fin de semana en los restaurantes. Familias que tienen prepagas, cuotas de colegios privados y pagan servicios de limpieza, admiten que deberán suspender uno de estos servicios.
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Desde luego, la baja del consumo no sólo vinculado al aislamiento procedente de las cuarentenas. Hay, especialmente, una caída directa de los ingresos familiares. Así lo reveló 66% de los entrevistados por estas consultoras. 32% declaro que sus ingresos se habían mantenido estables y apenas un 3% mencionó una mejora. La economista Catarina Carneiro da Silva, de la Confederación del Comercio, evalúa que “la insatisfacción de los brasileños con el empleo y el ingreso impacta de lleno en las expectativas para los próximos seis meses”. Así lo indican los números: 61,4% reveló una “percepción negativa”. En julio del año pasado, la proporción de pesimistas era mucho menor: 44%.
Recuperación post pandemia
Los especialistas advierten que el consumidor brasileño “va a demorar en la recuperación del optimismo”. Y será el sector servicios el más afectado en ese proceso. Aun cuando en julio se haya vislumbrado un principio de retomada económica, con un aumento de más 8% de la actividad con relación a junio. La encuesta de la consultora Bain & Company mostró que, en todos los sectores de la población, son más los que restringirán gastos que aquellos que planean aumentarlos en la post pandemia. Los encuestadores identificaron que una mayoría dio de baja de la lista de compras productos como ropa, zapatos y perfumería. En cambio, aumentó la demanda por entrega de comida, el consumo de alimentos y productos de limpieza, las telecomunicaciones y la enseñanza a distancia.
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Hay quienes se esmeran en buscar el “lado positivo” de la escena. “Hay una clara demostración de que las personas se están volcando a un consumo consciente” suscribe Meirelles.
Otros, en cambio, remiten el freno del consumo familiar a una situación complicada: el nivel de endeudamiento. Entre los sectores medios y medios bajos, 69% declaró deudas en atraso, ya sea por tarjetas de crédito o financiaciones bancarias. En los segmentos de mayores ingresos hay, sin embargo, una baja del endeudamiento “lo que demuestra una propensión a ahorrar”. Es que ese sector de los brasileños “no sabe cuanto tiempo durará la pandemia, lo que los lleva a no desembolsar más que lo imprescindible”.
El gobierno de Jair Bolsonaro se aferra a un desplome del PBI del orden del 6,4% para este año, una estimación menos amarga que la calculada por el Fondo Monetario Internacional. El organismo prevé para Brasil una regresión de 10%. Si el consumo de las familias, el segmento de mayor peso dentro del PBI, continúa con la tendencia actual, el cálculo estará más cerca del formulado por el FMI.
* Autora de Brasil 7 días