En el primer discurso tras recuperar sus derechos políticos —mediante la anulación, por parte del STF, de las condenas que sufrió en la Operación Lava Jato— el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT) se preguntó: "¿Dónde está nuestro querido Zé Gotinha?".
“Zé Gotinha" ha sido un personaje muy simbólico en Brasil durante las campañas de vacunación dirigidas a niños y adultos. Carismático y popular, desde los años 80 ha contribuido a impulsar el éxito de las campañas nacionales promovidas por el Ministerio de Salud, convirtiendo a Brasil en un ejemplo a seguir en materia de vacunación masiva. Por lo tanto, su ausencia durante la inmunización contra el Covid-19 se hizo sentir.
La crítica del expresidente, el 10 de marzo de 2021, sobre el retraso/descuido del actual gobierno en el proceso de compra y distribución de la vacuna, estaba en la mente de muchos. Anclados en la línea de salida, asistimos atónitos al avance de la carrera mundial por la inmunización, mientras ocupábamos —y desgraciadamente seguimos ocupando— el epicentro mundial de la crisis sanitaria, con una media de 2 mil muertes diarias ese mes.
Lo que no sabíamos todavía, y hemos sabido oficialmente ahora en mayo, es que “Zé Gotinha”, es decir, el hito inicial de nuestra campaña nacional de vacunación podría haber aparecido ya en 2020.
El 13 de mayo, el gerente general de Pfizer en América Latina, Carlos Murillo, afirmó ante la Comisión Parlamentar de Consulta (CPI) Covid-19 del Senado que la empresa hizo al menos cinco ofertas de dosis de vacunas contra el coronavirus a Brasil. Ni siquiera hubo respuesta a las cartas dirigidas a varios miembros del Planalto en 2020. Según los datos de Murillo, se hubiera podido disponer de 70 millones de unidades del inmunizador hasta el segundo trimestre de este año.
Brasil dejó escapar 70 millones de vacunas de Pfizer
No por casualidad, el 19 de marzo, diez días después de que el discurso del expresidente Lula se difundiera en la prensa y las redes sociales, el gobierno federal decidió abrir el diálogo con Pfizer y firmó un contrato para la compra de 100 millones de vacunas. Hasta ese momento, la vacuna no era una prioridad. Por el contrario, la narrativa del actual gobierno federal consistió esencialmente en difundir medidas erróneas y sin sustento científico, como el “tratamiento precoz”, mediante el uso de cloroquina e ivermectina.
El tiro criminal de la presidencia salió por la culata con respecto a los datos de los estudios de opinión pública. Hubo un grave error estratégico del entorno del presidente Jair Bolsonaro (sin partido) al creer que la población brasileña no estaría interesada en la vacuna y habría creído mayoritariamente en el discurso poco científico del “tratamiento precoz”.
De hecho, en octubre y noviembre de 2020, PoderData y Datafolha publicaron encuestas que indicaban una disminución en la intención de la población de vacunarse. En la encuesta de PoderData, en la última semana de octubre, la tasa de quienes dijeron que "seguramente no se vacunarían" fue del 22%, mientras que el 63% dijo que "seguramente se vacunaría" y el 15% "no sabía".
Los datos anteriores de la encuesta de agosto del instituto mostraban que el 82% de los entrevistados querían vacunarse, es decir, el número de brasileños que cambió de opinión aumentó casi 20 puntos porcentuales en sólo dos meses. Ciertamente, la fuerte propaganda negativa del presidente respecto a la "vachina" —como se refiere peyorativamente a la CoronaVac, que viene de China— tuvo un impacto en estas cifras.
Hubo un grave error estratégico del entorno del presidente Jair Bolsonaro (sin partido) al creer que la población brasileña no estaría interesada en la vacuna
Sin embargo, como sabemos, los sondeos de opinión son fotografías instantáneas de un momento determinado. El año cambió y asistimos al triste estallido de la segunda ola de la pandemia de Covid-19 en Brasil. Vimos cómo la ciudad de Manaos agonizaba por la falta de oxígeno en los hospitales, mientras que las hospitalizaciones y las muertes aumentaron exponencialmente en todo el país.
Al mismo tiempo, los países que respondieron comenzaron a inmunizar a sus ciudadanos con agilidad, lo que trajo la esperanza de volver a la normalidad. En febrero de 2021, IPSOS publicó una encuesta mundial que mostraba que Brasil era el segundo lugar donde más personas querrían vacunarse, el 88% de los encuestados respondieron afirmativamente a la pregunta.
Lamentablemente, debido a la omisión del gobierno federal, al rechazar cinco veces las propuestas de Pfizer inicialmente sólo pudimos contar con la producción de la CoronaVac del Instituto Butantan, que no pudo acelerar la inmunización de un país continental como Brasil. La nación lo pagó caro con la vida de más de 400 mil personas. El abandono no escapó a los ojos de la población.
La vacuna se ha convertido en la clave para mantener a Bolsonaro en el poder en 2022
Datafolha divulgó el 12 de mayo una encuesta nacional sobre la popularidad del presidente y también escenarios de intención de voto para las elecciones de 2022. Jair Bolsonaro estaría en el peor momento de su mandato, con una desaprobación muy alta: el 45% de los encuestados considera que su gestión es mala o pésima y el 54% no votaría por él en 2022. Lula es el claro líder en la carrera electoral. En una posible segunda vuelta, el candidato presidencial obtendría un 55% frente al 32% del actual presidente.
La vacuna se ha convertido en la clave para mantener a Bolsonaro en el poder en 2022. Además, por supuesto, de los indicadores —y la percepción del electorado— de la recuperación, o no, de la economía, especialmente el desempleo y la inflación. Pero desde la fotografía del momento, revelada por las últimas encuestas, la situación es muy desfavorable para el actual presidente. Muchas vidas podrían salvarse si al menos una de las cinco propuestas de Pfizer hubiera recibido una respuesta positiva. La eventual pérdida del mandato de Jair Bolsonaro en 2022 saldrá extremadamente barata ante tanta tragedia y omisión.
*Doctora en Ciencias Políticas por el IESP/UERJ. (www.latinoamerica21.com)