INTERNACIONAL
demostración de fuerza ante occidente

China le disputa el liderazgo a EE.UU. y arma su propia cumbre con Putin y Kim Yong-un

El presidente chino, Xi Jinping, recibirá este fin de semana en Beijing a su par de Rusia y al líder de Corea del Norte, dos figuras irritantes para Estados Unidos y Europa. De esta manera, el gigante asiático expresa su apoyo a ambos y articula un frente en Oriente contra el poder de Occidente. Con la guerra en Ucrania como catalizador, se convierte en un evento político de peso y un calculado despliegue de unidad del bloque. La excusa oficial de esta cita es la conmemoración anual de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.

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Vinculo. Vladimir Putin y Xi Jinping mantienen una relación estrecha, de intereses mutuos. | cedoc

Con una cumbre de figuras notoriamente incómodas para Occidente, y con una audaz declaración estratégica, China demuestra que está decidida a disputarle el liderazgo a Estados Unidos y a su presidente, Donald Trump, tanto en el bloque oriental como a nivel global.

El presidente chino, Xi Jinping, convocó a su homólogo ruso, Vladimir Putin, y al líder norcoreano, Kim Jong-un para un encuentro en Beijing, donde el miércoles se conmemorarán los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, con la rendición de Japón.

En forma previa, entre domingo y lunes, se reunirá la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), un poderoso bloque integrado por China, India, Rusia, Pakistán, Irán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Bielorrusia, con otros 16 países afiliados como observadores.

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Tanto China como Rusia han utilizado esta organización, a veces promocionada como contrapeso a la alianza militar de la OTAN, dominada por Occidente, para profundizar sus lazos con Asia central.

Dos días después se realizará la parada militar por la II Guerra Mundial, una foto que expondrá juntos a Xi, Putin y Kim, transformando un evento histórico en un poderoso y calculado despliegue de unidad.

Este encuentro, sin precedentes en su formato público y simbólico, trasciende la mera diplomacia para convertirse en la formalización de un nuevo bloque anti-occidental, cuyo principal objetivo es proyectar poder establecer una nueva realidad frente a la expansión de Estados Unidos.

La reivindicación de China sobre Taiwán, la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el desarrollo nuclear de Norcorea los han enfrentado a EE.UU. y Europa. Por eso los analistas afirman que la OCS es un foro con el que intentan ganar influencia.

Más de veinte líderes, entre ellos los presidentes de Irán, Turquía e India, Masud Pezeshkian, Recep Tayyip Erdogan y Narendra Modi respectivamente, asistirán a la mayor reunión del bloque desde su fundación, en 2001.

Acoger a tantos dignatarios le da a China la oportunidad de demostrar su poder de convocatoria y liderazgo en la región. Xi Jinping pasará revista a las tropas en la histórica plaza de Tiananmen y exhibirá el equipamiento militar de última tecnología del gigante asiático.

Para Putin, en tanto, será una oportunidad para escenificar el apoyo que tiene su país de parte de China, Norcorea e India, quienes siguen abasteciendo a Rusia pese a las sanciones de Occidente.

Kim Jong-un jugará también sus cartas, ahora que es un socio militar relevante de Moscú. Norcorea no solo le proveyó a Rusia de artillería y drones, sino también de unos 10 mil soldados que están combatiendo, y muriendo, en el este de Ucrania.

Esta es la primera vez que el Ejército Popular de Corea del Norte se despliega de manera tan visible y a gran escala en un conflicto activo desde la Guerra de Corea.

Estrategia. La cumbre no es un evento aislado, sino la culminación de una serie de movimientos estratégicos coordinados que han fortalecido los lazos entre estos tres regímenes en los últimos años.

Con la guerra en Ucrania como catalizador, y la creciente rivalidad comercial entre Estados Unidos y China como telón de fondo, este trío de naciones ha convergido, no por una ideología unificada, sino por un pragmático interés mutuo.

Hay que tener en cuenta que la relación entre Beijing y Moscú alcanzó niveles de cooperación sin precedentes en los últimos años. Aunque China ha mantenido una postura pública de “neutralidad” respecto a la guerra en Ucrania, los hechos demuestran un apoyo significativo y creciente a su vecino.

Incluso el Ministerio de Defensa chino ha anunciado su intención de “aumentar la cooperación” con el ejército ruso, una declaración que se produce en un contexto de tensiones geopolíticas crecientes que irritan a Estados Unidos y Europa.

A través de este acto de alto perfil, China, Rusia y Corea del Norte están enviando un mensaje inequívoco al mundo, y particularmente a Washington: han consolidado su alianza, están listos para redefinir el orden mundial, y el juego de poder a nivel global ha cambiado de manera irreversible.

El encuentro, por lo tanto, se erige como un desafío directo y preventivo a la estrategia de política exterior de Donald Trump, basada en el personalismo y la negociación transaccional, buscando anular su capacidad de dividir y conquistar a sus adversarios.

El objetivo de Xi Jinping, remarcan los analistas, es neutralizar la estrategia de Trump de negociación bilateral y su autoproclamada habilidad para llegar a acuerdos con adversarios. El estadounidense ya tuvo citas con Putin y Kim, aunque sin resultados relevantes.

Juego de poder sobre sus socios

R.P.

A pesar de la imagen de unidad proyectada en la cumbre, la alianza trilateral entre China, Rusia y Norcorea presenta sus fisuras y roces internos.

El fortalecimiento de los lazos entre Rusia y Corea del Norte ha generado una “inesperada tensión” y un “nuevo dolor de cabeza” para Beijing. Este fenómeno revela que la cumbre no solo es un evento para los ojos del mundo occidental, sino también un sofisticado acto de gestión interna de alianzas.

La realidad subyacente de la alianza es que China es la potencia dominante, pero sus socios, especialmente Corea del Norte, están ganando una autonomía que Beijing no desea.

La histórica dependencia económica de los norcoreanos con China, que provee casi el 90% de sus importaciones de alimentos, se ha visto moderada por la creciente cercanía con Moscú.

La nueva relación militar entre Rusia y Corea del Norte le otorga a Kim Jong-un un mayor margen de maniobra, reduciendo su vulnerabilidad y su necesidad de adherirse a las directrices del gobierno de Xi Jinping. Esta nueva libertad de acción genera una profunda incomodidad en los círculos de liderazgo chinos.

La razón de la frustración de China es puramente estratégica. Un aliado impredecible como Corea del Norte representa un riesgo de escalada no deseada en el norte de Asia. La decisión de Pyongyang de enviar tropas a Ucrania ha “puesto a prueba” los lazos históricos y la paciencia de Beijing, que teme que esta acción “avive una guerra en Europa” y profundice una confrontación más amplia que afecte el orden mundial.

La principal preocupación de China es que las acciones de Pyongyang puedan provocar una reacción más agresiva de EE.UU. y sus aliados en la región, lo que a su vez podría llevar a una mayor presencia militar en su propia periferia, un escenario que Beijing busca evitar a toda costa. Por eso, la cumbre le servirá también a Xi Jinping para marcar territorio y liderazgo sobre sus socios.