Londres - El thriller en torno al fallecimiento de la princesa Diana de Gales continúa. Ahora ante el Tribunal Supremo en Londres. El interés de la opinión pública es tan grande que los once jurados fueron puestos bajo custodia policial.
Más de diez años después de la muerte de la princesa y de su novio, Dodi Al Fayed, en París, todo vuelvo a girar en torno a la pregunta "¿accidente o asesinato?”.
Es improbable que el mundo reciba una clara respuesta a esta duda al final de los seis meses que se prevé dure el juicio, que se inicia mañana, y que costará a los contribuyentes unas diez millones de libras (unos 20 millones de dólares).
Los hijos de Diana, los príncipes Guillermo, de 25 años, y Harry, de 23, esperan, según dijeron, que su madre "pueda descansar finalmente en paz tras una investigación abierta, justa y transparente".
Eso es lo que desean también el ex marido de Diana, el príncipe Carlos, y su esposa Camilla. No sólo por el descanso de la princesa, sino por el de ellos mismos, que quieren que el fantasma de la fallecida desaparezca por fin de los medios.
Justo lo contrario es lo que quiere el millonario egipcio Mohamed Al Fayed, de 74 años. El padre de Dodi contrató a los abogados más caros y quiere transformar la investigación pública sobre Diana en un tribunal abierto.
El propietario del Hotel Ritz en París y del centro comercial de lujo Harrods en Londres quiere conseguir por medios legales que la familia real quede en evidencia.
Mohamed Al Fayed no se cansa de difundir la sospecha de que la princesa y su hijo fueron asesinados por el servicio secreto británico MI6. Y eso no es todo: asegura que esto ocurrió por orden del príncipe Felipe, el esposo de la reina Isabel II y padre del príncipe Carlos.
El motivo, según Al Fayed, fue que Diana, de 36 años, estaba embarazada de Dodi, de 42, y la Casa Real no quería aceptar que la ex esposa de un futuro rey de Inglaterra tuviera un hijo de un musulmán.
Al Fayed pidió a sus abogados que consiguieran que la reina en persona sea citada a declarar. Poco después de la muerte de Diana, la soberana, al parecer, advirtió al empleado de la princesa Paul Burrel que corría peligro debido a su relación de confianza con Lady Di.
"En este país actúan poderes de los cuales no tenemos ni idea", habría dicho la reina, según una declaración anterior de Burrell. Los defensores de estas teorías conspirativas pueden alegrarse ante la larga fiesta que les espera: semana a semana, de lunes a jueves, serán interrogados testigos y analizados documentos.
Los diarios londinenses, encabezados por el Daily Express, que cuenta con el apoyo de Al Fayed y que recibe el apodo popular de "Diana Express", informarán con amplio despliegue.
“Deberán borrar de sus cabezas lo que escuchen sobre este caso fuera de la corte", reclamó el juez Lord Scoot Baker a los once hombres y mujeres que integran el jurado.
La ley británica establece la necesidad de una investigación judicial para los casos en que alguien fallece de muerte no natural. En general, se trata de un trámite breve de rutina. Pero que en el caso de Diana el asunto se convierta en un acontecimiento mediático de enormes dimensiones se debe lógicamente a la gran popularidad de la que aún es llamada la "princesa del pueblo".
La razón principal de que esta investigación se realice con diez años de retraso es que primero debían terminar las investigaciones de las policías francesa y británica.
Ambas policías llegaron a la conclusión de que el conductor del Mercedes que llevaba a Diana y a Dodi y que era perseguido por paparazzi conducía bajo los efectos del alcohol y por eso se estrelló contra un pilar del túnel del Pont de l'Alma, y negaron que Diana estuviera embarazada.
Más allá del resultado de esta investigación judicial, es poco probable que se convierta en el último capítulo del thriller de Diana. "Sin duda, las especulaciones continuarán", dijo Lord Stevens, ex jefe de Scotland Yard, que dirigió la investigación británica sobre Diana. "Hay algunas preguntas que nunca tendrán una respuesta definitiva".