En medio de las críticas internacionales, Israel insiste con su plan de concentrar a cientos de miles de palestinos en una zona cerrada de Rafah, al sur de la Franja de Gaza, como parte de lo que denominó una “ciudad humanitaria”.
La propuesta surge en medio de la devastación causada por meses de ofensiva militar y ha encendido alarmas en organismos de derechos humanos y en la comunidad internacional.
El ministro de Defensa israelí, el ortodoxo Israel Katz, esbozó algunos detalles en una reunión privada con corresponsales militares, según medios israelíes.
El proyecto. En principio, contemplaría el traslado de unos 600 mil palestinos desde zonas costeras previamente designadas como “humanitarias”, con el objetivo final de reubicar a toda la población gazatí, aproximadamente dos millones de personas.
Una vez que ingresan, explicó Katz, ya no podrán salir de la ciudad, cercana a la frontera con Egipto. El perímetro estará controlado por el Ejército israelí.
Después de meses de enfrentamientos entre las fuerzas israelíes y las milicias de Hamas, la ciudad de Rafah está prácticamente deshabitada y sus edificios e infraestructura, destruidos.
Según Katz, se buscaría la cooperación de un organismo internacional, que no especificó, para gestionar la ayuda humanitaria.
Este proyecto podría comenzar a desarrollarse durante un eventual alto el fuego de sesenta días que en estos días están negociando Hamas y el gobierno israelí, con mediación de Estados Unidos, Qatar y Egipto.
El plan de la “ciudad humanitaria” es respaldado por el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump. El mandatario, incluso, viene ponderando la idea de una “emigración voluntaria” de los gazatíes hacia otros países árabes de la región.
En ese sentido, Trump sostuvo que han tenido “una gran cooperación de los países vecinos, una gran cooperación de todos y cada uno de ellos, así que algo bueno sucederá”.
Críticas. Organismos de derechos humanos denuncian que el plan podría constituir una forma de desplazamiento forzoso contrario al derecho internacional. “Forzar a las personas a lo que equivale a un gran campo de concentración evoca capítulos oscuros de la historia”, declaró a The Guardian Tania Hary, directora de Gisha, una ONG israelí que promueve la libertad de movimiento de los palestinos.
Desde la perspectiva palestina, Gaza es parte integral de su patria histórica, y cualquier intento de expulsión –aunque sea indirecta– despierta el temor de que no se les permita regresar, como ocurrió durante la guerra de 1948. Según el diario Haaretz, el premier Benjamin Netanyahu ya inició gestiones diplomáticas con otros países para acoger a refugiados palestinos.
Naciones Unidas también advirtió que la deportación o el traslado forzoso de la población civil de un territorio ocupado están estrictamente prohibidos por el derecho internacional humanitario y “equivale a una limpieza étnica”.