Más allá de que los republicanos jaquean con el temible shutdown a la reforma de salud, el presidente Barack Obama puso en marcha esta semana la primera fase de la ley, considerada su mayor legado político.
De esta manera, dio formalmente el puntapié para que 48 millones de norteamericanos, que ahora están sin cobertura de salud, puedan contratar seguros médicos. Pese al entusiasmo del jefe de Estado, los primeros días de vida de la medida no estuvieron exentos de críticas, fallas y dificultades en la implementación, debido a complicaciones a la hora de inscribirse en el nuevo sistema.
Pero, además de los problemas administrativos, la ley, aprobada en 2010 y avalada en 2012 por la Corte Suprema de Justicia, aún tiene su financiamiento bloqueado por la bancada republicana de la Cámara Baja, que la utiliza como moneda de cambio para levantar el cierre de la administración federal y aprobar el presupuesto de 2014.
“Esto no es un maldito juego. Los norteamericanos no quieren a su gobierno cerrado y nosotros tampoco lo queremos. Todo lo que pretendemos es sentarnos a dialogar para reabrir la administración y dar justicia al pueblo norteamericano alcanzado por el Obamacare”, disparó ayer John Boehner, el líder republicano de la Cámara de Representantes. Así, el “speaker” reiteró que su bancada quiere postergar por un año la instrumentación de la reforma de salud, una opción que Obama ya descartó tajantemente.
El martes, el primer día que entró en vigencia la reforma, casi tres millones de personas visitaron el sitio web oficial healthcare.gov, según informó Marilyn Tavenner, administradora del programa Medicare y responsable de la implementación de la nueva legislación. Ante la multiplicación de nuevos pacientes, los médicos se preparan para enfrentar un aluvión de consultas y evalúan los costos que estos cambios traerán a su profesión.
La Affordable Care Act comenzó con un período de registro –de seis meses–, en el que los norteamericanos incluidos en la medida pueden contratar un seguro médico. Sin embargo, el inicio de la reforma desnudó una serie de complicaciones. Miles de usuarios no pudieron anotarse porque los sitios de internet oficiales del gobierno colapsaron debido al cierre de la administración federal. En 2014, todos los ciudadanos tendrán que haber adquirido un seguro médico. Si aquellos con recursos no lo hacen, podrán ser multados por el Ejecutivo.
Pese a marcar un antes y un después en el sistema de salud estadounidense, el plan no deja de tener sus fallas.
Según publicó el diario The New York Times, ocho millones de ciudadanos no podrán acceder al nuevo marco legal, ya que viven en Estados gobernados por republicanos que se negaron a participar en Medicaid –destinado a la población de bajos recursos– y que no pueden optar por el Obamacare, como la oposición la llama despectivamente. Entre los que quedarán sin cobertura médica, se destacan el 68% de los afroamericanos pobres, que residen en el sur del país.
Otra de las críticas que recibió la reforma en las últimas horas es el costo que tendrán los seguros médicos. Aunque hay planes –Dorado, Plateado y de Bronce– con distintos precios, el Washington Post reveló ayer que hay malestar entre los ciudadanos porque las aseguradoras habrían aumentado las tarifas.
El fallido inicio de la ley de salud aún tiene que superar un obstáculo: la votación del presupuesto en la Cámara Baja. Si lo hace, Obama, pese a las fallas administrativas que se presentaron, quedará en la historia de los Estados Unidos como el presidente que impulsó la reforma social más ambiciosa desde el New Deal del demócrata Franklin Delano Roosevelt