Cuatro años atrás, cuando el presidente Bush visitó Sudáfrica, dijo públicamente que este país debía ser en el África Subsahariana “lo que Brasil es en América del Sur”.
No era demasiada innovación en la política de EE.UU. hacia América del Sur, dado que desde la participación brasileña en la Segunda Guerra Mundial junto a los aliados, el mayor país sudamericano fue visto desde Washington como una potencia regional.
Brasil hoy es considerado por los mercados como uno de los cuatro países “BRIC” junto con Rusia, China a India, y la última revisión de su Producto Bruto Interno lo ubica como la décima economía del mundo superando a Corea del Sur.
Además, sobre los doce países sudamericanos, es por si solo la mitad en territorio, población y PBI.
El reconocimiento del rol de Brasil se hizo evidente en marzo, ya que tres presidentes del G-7 visitaron la región: los de EE.UU., Alemania e Italia. El único país que fue visitado por todos ellos fue Brasil, Colombia por dos y Chile, Uruguay y Paraguay sólo por uno, mientras que, Argentina pese a ser el segundo PBI de la región, estuvo ausente en las tres.
Pero la recepción que tiene Lula en EE.UU. ahora es algo más relevante en su significado político que la visita de Bush a Brasilia en el marco de una gira que incluyó cinco países latinoamericanos.
Es que Brasil pasa a ser reconocido por el país más importante del mundo como una potencia regional, similar al reconocimiento que está obteniendo India, que ha logrado una relación especial con Washington.
Los biocombustibles son el tema central de los tratados entre ambos. En el caso de América latina, implica reducir la influencia estratégica de Venezuela, cuyo petróleo barato es un instrumento de influencia relevante.
Cuando el primer presidente obrero del Brasil, que también lo es de América del Sur, entró en la residencia de descanso del presidente de EE.UU., en un acto de reconocimiento a la importancia regional y mundial de Brasil, seguramente la sombra del Barón de Río Branco, el artífice de las relaciones exteriores de Brasil, quien un siglo atrás permitió al país extender sus frontera sin guerra, lo estuvo acompañando.
* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.