Rogelio Pfirter es uno de los hombres que más saben de armas químicas en todo el mundo. El diplomático argentino, de 65 años, dirigió hasta 2010 la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), encargada de eliminar esos arsenales y evitar su proliferación.
Teniendo en cuenta ese antecedente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lo propuso en marzo para encabezar la misión de inspectores de armas químicas, que ayer concluyó su trabajo en Siria y que definirá si Bashar Al Assad o los rebeldes gasearon a la población civil. Pero, sorprendentemente, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner vetó la postulación del funcionario argentino.
Según pudo averiguar PERFIL, ese veto llegó por la vinculación de Pfirter con la gestión del ex canciller menemista Guido Di Tella. “Ban Ki-moon pensó en él por dos motivos. Primero, porque es un profesional de enorme calidad. Y segundo, porque había dejado hace poco su cargo como director general de la OPAQ y estaba disponible”, afirmó a este diario Roberto García Moritán, ex vicecanciller de Néstor Kirchner.
“El gobierno argentino le hizo saber a Ban Ki-moon que no apoyaba a Pfirter. Según la Secretaría General de la ONU, esta opinión fue dada por escrito y habría constancias”, confió otro ex vicecanciller. En tanto, una tercera fuente del Palacio San Martín también confirmó que la gestión kirchnerista logró frustrar el envío de Pfirter a Siria.
Consultado por PERFIL, Pfirter prefirió no expresarse sobre el veto del Gobierno a su candidatura. Este diario también se contactó con autoridades de la Cancillería, que no respondieron ni ofrecieron explicaciones sobre la nominación del diplomático.
El veto, que llegó cuando Argentina integraba el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no sorprende, ya que el Gobierno también bloqueó en 2009 la candidatura de Pfirter para dirigir el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Por ese entonces, era respaldado por los Estados Unidos y varios países desarrollados, pero el Ejecutivo no lo apoyó porque su pensamiento era contrario a la política exterior kirchnerista.
A pesar de no estar en la OPAQ, para Pfirter no hay dudas, en base a las filmaciones y fotografías difundidas, que se utilizaron armas químicas en Siria el 21 de agosto. “Los expertos internacionales consideran que hay claras indicaciones de que se habría usado gas sarín”, aseguró a este diario.
Siria no es parte de la Convención para la Prohibición de Armas Químicas. Sin embargo, Damasco sí ratificó el Protocolo de Ginebra de 1925, que prohíbe el uso de esas armas. “Mientras fui director de la OPAQ, intenté por todos los medios que Siria adhiriera al tratado, declarara lo que tenía y se comprometiera a destruir su arsenal bajo verificación internacional.
Pero no tuve éxito porque Siria esgrimió que las armas químicas eran necesarias en el contexto del conflicto de Medio Oriente. Ellos decían que no iban a firmar la Convención hasta que Israel no destruyera todas sus armas nucleares”, confió Pfirter.
Tras la elección fallida del especialista argentino, el secretario general de Naciones Unidas designó al sueco Ake Sellstrom para investigar las denuncias sobre un supuesto ataque con armas químicas en marzo en Aleppo. Sellstrom llegó el 18 de agosto a Damasco. Tres días después, tuvo lugar el supuesto ataque con armas químicas, que según los Estados Unidos fue ordenado por Al Assad y dejó 1.429 muertos.
“No deja de ser extraño que, estando el equipo de inspectores en Siria, haya ocurrido el ataque en los suburbios de Damasco, aparentemente con una gran cantidad de víctimas”, consideró Pfirter.
Según el argentino, Al Assad tiene el mayor arsenal no declarado de armas químicas del mundo. “Si se comprobara que se usaron esas armas, el Consejo de Seguridad tendría que actuar con la mayor rigurosidad para establecer la responsabilidad del ataque. Resulta inaceptable que se sigan utilizando, cuando hay un consenso en su contra y las víctimas son civiles”, completó el diplomático.
Argentina entregará mañana la presidencia del Consejo de Seguridad. Antes de eso, se dio el lujo de evitar que Pfirter se erigiera en el jefe de la misión de inspectores que la ONU envió a Siria, un puesto técnico –no político– y fundamental para definir el futuro de ese país.