Tras un 2007 de continuidad, bajo un mando bicéfalo y provisional, los cubanos se aprestan a iniciar un año que estará marcado por la definición del futuro político de Fidel Castro y las respuestas que daría el gobierno a sus demandas de cambios.
Ferias, bailes y actos culturales tienen lugar en toda la isla para festejar que el 1 de enero se cumplen 49 años del triunfo de la Revolución, cuyo máximo líder alcanza este lunes los 17 meses formalmente fuera de funciones debido a una enfermedad.
La provisionalidad del mando que Fidel cedió a su hermano Raúl el 31 de julio de 2006 aún no fue levantada, pero el país vive un proceso electoral que aclarará si el mandatario retomará tareas, ajustará su papel o seguirá todo igual.
En un mensaje que envió el viernes al Parlamento, el mandatario de 81 años afirmó que ahora no se aferra al poder como en su juventud, y expresó apoyo y confianza en Raúl para encarar los serios problemas del país.
"¿Qué me hizo cambiar? La propia vida", dijo Castro, quien el pasado 17 de diciembre, por primera vez en medio siglo en el poder, dejó una puerta abierta al retiro y al paso de nuevas generaciones, aunque señaló como un deber aportar su experiencia. "Hay que ser consecuentes hasta el final", manifestó.
Aunque muchos pensaron que la salud no se lo permitiría, Fidel fue postulado para los comicios parlamentarios del 20 de enero y quedó así listo para ser reelecto en marzo presidente del Consejo de Estado, máximo órgano del Ejecutivo.
Aunque con "algunas limitaciones físicas", el líder cubano está "en pleno uso de las facultades mentales", dijo hace una semana su hermano Raúl Castro. "No lo abrumamos con problemitas, pero le consultamos todas las cuestiones principales", agregó.
Raúl, ministro de Defensa de 76 años, afianzó su gobierno colectivo en 2007, pero ahora encara el reto de responder a las esperanzas que abrió al anunciar "cambios estructurales" en su discurso del 26 de julio, e impulsar en todo el país la discusión de los problemas más apremiantes.
Ante el Parlamento el viernes, criticó el "exceso de prohibiciones y medidas legales" en Cuba, criticadas en los debates, y, moderando expectativas, señaló que la solución a las dificultades será paulatina, y siempre en el socialismo.
"Todos quisiéramos marchar más rápido, pero no siempre es posible (...). Nadie aquí es mago ni puede sacar recursos de un sombrero", dijo el general al apuntar a la baja producción, la falta de alimentos, transporte y vivienda, el alto costo de la vida y los bajos salarios (de unos 15 dólares).
Aunque la economía -sostenida fuertemente por la Venezuela de Hugo Chávez con 92.000 barriles diarios de petróleo y millonarios proyectos- creció en los últimos años (7,5% en 2007), "urge que ese crecimiento se refleje en la economía doméstica, donde están las carencias cotidianas", aseveró también Raúl Castro.
Para los cubanos, hasta ahora casi nada cambió en 17 meses. "Fidel y Raúl. No es lo mismo pero es igual, uno está al frente y el otro sigue ahí", ilustró una universitaria de 26 años. La disidencia habla de "inmovilismo" y mira pesimista el 2008; mientras Estados Unidos, que rechazó la oferta de diálogo que por tercera vez formuló Raúl el 26 de julio, aumentó su apoyo económico a la oposición, y pidió a los cubanos no aceptar el cambio de "un dictador por otro".
Analistas señalan que Raúl ha flexibilizado la estricta centralización económica que implantó Fidel en 2005, pero muy tímidamente, y creen que mientras viva el máximo líder nada cambiará realmente en Cuba pues éste ejercerá "poder de veto".
Otros no descartan que el impredecible "Comandante en Jefe", a quien Washington pronosticó la muerte en 2007, vuelva a la silla presidencial, con todo y uniforme verde oliva.
Fuente: AFP.