Pablo Emilio Moncayo y Libio José Martínez, dos cabos del Ejército colombiano secuestrados cuando despertaban a la adultez, cumplen mañana diez años en poder de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que según una ONG los convierte en los rehenes más antiguos en el mundo.
Ambos fueron retenidos el 21 de diciembre de 1997, durante un ataque rebelde a un puesto militar en el cerro de Patascoy, ubicado a 4.200 metros de altura en el departamento de Nariño (sur), que dejó como saldo diez militares muertos, cuatro heridos y 18 secuestrados, de los cuales 16 fueron liberados.
Entonces, Moncayo tenía 19 años y Martínez 20, y a este último lo espera un hijo que dejó cuando apenas contaba un año de vida.
La fundación País Libre -que asesora a víctimas de secuestros- asegura que ellos son los cautivos "más antiguos en el mundo", si bien otras ONG como Asfamipaz -que agrupa a familias de militares y policías en poder de las FARC-, registra entre 200 y 250 uniformados desaparecidos en la última década.
"El secuestro es un delito de lesa humanidad, uno de los tratos más crueles y degradantes contra el ser humano, y no tiene ninguna justificación, debe ser proscrito como estrategia de guerra", dijo Olga Gómez, directora de País Libre.
Gómez señaló que aun cuando sean liberados, Moncayo y Martínez ya sufrieron daños irreparables. "Los traumas y los daños morales, afectivos, a la autoestima y a la intimidad son enormes, porque han sido diez años metidos en la selva bajo amenaza", indicó.
De los 18 rehenes de Patascoy, 16 fueron liberados el 28 de junio de 2001 en la localidad de La Macarena (centro) junto con otros 226 militares y policías, como parte de un canje por 14 insurgentes presos que estaban enfermos.
Las FARC decidieron mantener cautivos a los uniformados de alto rango, y junto con un grupo de políticos y tres estadounidenses que suman unas 45 personas, pretenden canjearlos por 500 guerrilleros presos.
La más reciente prueba de vida de los dos militares llegó el 7 de julio, cuando los padres de Martínez se unieron transitoriamente a la caminata de Gustavo Moncayo, el padre de Pablo Emilio que a mediados de año anduvo 900 kilómetros entre su natal Sandoná (sur) y Bogotá para reclamar la liberación de su hijo.
Con una cadena trenzada en el cuello y las manos, Moncayo, un maestro escolar, decidió el pasado 19 de noviembre continuar su marcha hacia Caracas (1.400 kilómetros más) y exigirle a las FARC y al gobierno colombiano que cedan en sus condiciones para el canje.
Tras su arribo a Bogotá con dos millones de firmas de respaldo al intercambio, Moncayo se instaló con su familia en una carpa a pocos metros del palacio presidencial y sostuvo un debate con Uribe en la plaza mayor de la ciudad, reclamándole por su "indolencia" con los rehenes.
Luego realizó un periplo por las principales capitales europeas para explicar el drama de los rehenes, que incluyó un saludo con el Papa Benedicto XVI, todo lo cual lo hizo merecedor del Premio Nacional de Paz-2007.
Fuente: AFP