INTERNACIONAL

Curiosidades de la boda que promete renovar a Mónaco

El evento más esperado del Principado contó con ribetes impensados, incluidos el de una posible huida de la novia. Detalles de una boda de película.

| EFE

Durante años, las revistas del corazón y las propias coronas europeas especularon con el destino de la familia real monegasca. Desde la trágica muerte de Grace Kelly, y los escándalos sucesivos de las princesas Carolina y Estefanía, Mónaco ha sido un principado sin paz ni estabilidad. Hasta el casamiento de Alberto II y la nadadora Charlene Wittstock.

El evento contó con una dedicada planificación, que se dejó ver no sólo en sus protagonistas, sino en detalles mínimos de la ambientación.

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La escalinata del palacio, improvisado altar. La espectacular escalera en forma de herradura, inspirada en el castillo francés de Fontainebleau y que conduce a la Galería Hércules, se encuentra en el centro del patio principal y sirvió en la boda como improvisado altar donde Alberto II y Charlene pronunciaron sus votos ante las autoridades católicas del principado. Construida bajo el reinado de Luis I, ahijado del rey Luis XIV, cada uno de los treinta peldaños fue tallado en el mismo bloque de mármol de Carrara. Mosaicos venecianos con forma de rosa forman el ornamento principal de los escalones de la entrada, mientras que los pasamanos están adornados con esferas de mármol Portor.

El escenario. El Patio de Honor (cubierto con una carpa) tradicionalmente ha sido escenario de grandes acontecimientos, como la proclamación de los príncipes de Mónaco o la presentación de los hijos de los soberanos. Construido en el siglo XIII, puede considerarse la parte más antigua de todo el palacio, pero su actual apariencia arquitectónica data del reinado de Honorato II. Su sucesor, el príncipe Luis I, decidió abrir la monumental entrada en la fachada principal, que está frente a la plaza y la vieja ciudad. Durante las renovaciones de Palacio ordenadas por el príncipe Rainiero III, el patio principal se pavimentó con tres millones de baldosas blancas y de color que forman enormes formas geométricas.

Recorrido por las calles de Mónaco. Siguiendo la tradición, la novia depositó su ramo en la pequeña iglesia de Santa Devota, patrona del Principado, ante quien la princesa Grace depositó el suyo, tras su boda con Rainiero, en 1956. Fue una ceremonia emocionante, en la que afloraron por primera vez en la jornada las lágrimas de una princesa que, hasta entonces, se había mostrado triste y tensa, mientras la cantante Pumela Matshikiza interpretaba un alegre canto tradicional sudafricano. La pareja de recién casados no hizo el recorrido en una carroza, sino en un automóvil híbrido (que combina motor de combustión y eléctrico). Se trata de un Lexus LS 600h Landaulet descapotable que el Principado señala como testimonio del interés de Alberto y Charlene por la defensa del medio ambiente.

Cena de gala en la Opera de Monte-Carlo. Durante las últimas horas de la tarde, 500 invitados organizados en mesas redondas de diez comensales probarán en los salones y terrazas de la Ópera, tres platos y un postre con algún guiño al país natal de la novia, o la rosa protea, la flor nacional sudafricana, con la que se decoró la torta nupcial. El célebre chef francés Alain Ducasse, encargado de la elaboración de la cena oficial, aseguró que los invitados degustarán un menú “magnífico, elegante, sano” y seductor tanto para el gusto como para la vista. La última familia de pescadores de Mónaco es la que suministró los pescados servidos a los invitados en platos acompañados de vinos Chardonnay de Sudáfrica, país adoptivo de Charlene. El brindis es con champagne “Perrier-Joüet Bélle Epoque”, del que cada botella cuesta 996 Euros.

Millones de televidentes. El gobierno de Mónaco pagó a una productora francesa un millón de euros para asegurarse la cobertura oficial de la ceremonia civil y religiosa. La señal fue ofrecida gratuitamente a más de 170 cadenas de televisión de los cinco continentes. Además, Mónaco vendió imágenes en alta definición a un precio que se mantiene como un secreto de Estado.

El costo de la boda. El Consejo Nacional (Parlamento) acordó un presupuesto de 4 millones de euros, pero la suma desembolsada por el Palacio no ha sido revelada, como tampoco se han dado a conocer detalles sobre la participación de grandes marcas de lujo, que se han asociado a los festejos. En sólo un mes, la tienda Souvenirs Shop, cerca del Palacio, vendió 1.000 tazas fabricadas con ocasión de la boda real. “Las ventas están muy bien, sobre todo las tazas y los abanicos, así como los llaveros”, comentó la gerente, Fabienne Thouant. Los Grimaldi no se benefician en nada con estas ventas pero controlan la imagen, explicó la sociedad encargada de los productos conmemorativos.

La novia que quiso escapar. Los observadores reales dicen que el rumor y las investigaciones sobre su origen, a cargo de los funcionarios de Mónaco, probablemente no ayudarán a la familia Grimaldi en su intento de reposicionarse. “Sospecho que la gente levantará las cejas y se preguntará qué está pasando en realidad”, dijo Richard Fitzwilliam, ex editor de la revista «Internacional Who's Who». “Esta es la última cosa que querría pasar un matrimonio que estaba tratando de lograr algún tipo de estabilidad en la familia real más disfuncional del mundo”.

Sucesión al Trono. Antes del cambio, si Alberto no había procreado un heredero varón legítimo, Mónaco sería cedida a Francia tras su muerte. Ahora la corona puede ser traspasada a una heredera, lo que abre la sucesión a las hermanas de Alberto, las princesas Carolina y Estefanía. Fitzwilliam dice que, dados los “extraordinarios tejemanejes de la vida privada” de Carolina y Estefanía, esto no es una solución ideal, y aún se espera que el matrimonio de Alberto y Wittstock produzca un heredero.

(*) Especial para Perfil.com