CHILPANCINGO.- El narcotráfico declaró la guerra al Ejército mexicano el fin de semana con la decapitación de ocho militares en el estado de Guerrero (sur), y la fiscalía informó este lunes que se detuvo a siete personas sospechosas por el crimen.
Por su presunta implicación en el multihomicidio (el peor golpe desde que hace dos años comenzara un operativo de 36.000 uniformados contra los cárteles) el ejército mexicano detuvo en Guerrero a siete personas, informó la fiscalía federal, que se encargará de investigarlas.
La procuraduría precisó que las siete personas fueron detenidas horas después de que aparecieran las cabezas el 20 de diciembre, y que deberán rendir declaración en las próximas horas.
No habrá "la más mínima consideración" con los autores de estos crímenes, dijo previamente el secretario de Defensa mexicano, Guillermo Galván.
"Fue un grave error de los delincuentes este atrevimiento", añadió la insólita declaración, en un texto leído por el comandante de la IX Región Militar de Guerrero, Enrique Jorge Alonso, en la ceremonia de homenaje a los soldados realizada en Chilpancingo, la capital estatal, donde ocurrió el crimen.
Por su parte, el presidente Felipe Calderón aseguró que la muerte de los militares "no ha sido en vano". "No escatimaremos esfuerzo para llevar ante la Justicia a los responsables de estos hechos, tan cobardes como ellos", dijo.
Al parecer, los ocho soldados fueron raptados la noche del sábado cuando salían de un cuartel de Chilpancingo, a 80 km del balneario Acapulco.
Horas después sus cabezas fueron halladas junto a la de un abogado dentro de bolsas de plástico en una transitada avenida de la capital estatal, y sus cuerpos a kilómetros de distancia.
"Por cada elemento que nos maten, les vamos a matar a diez. Hijos de su puta madre. Atentamente: Ya saben quién", rezaba un mensaje hallado junto a las cabezas, según dijo un oficial de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal a la AFP.
El homicidio múltiple es considerado la respuesta de un grupo del crimen organizado por la muerte el viernes de tres de sus supuestos miembros en un enfrentamiento armado con soldados en Teloloapan (Guerrero), publicó este lunes el diario 'La Jornada citando fuentes de la SSP. El ataque "es una venganza enfermiza y ruin", dijo el comandante Alonso.
Los principales cárteles que operan en esta zona son el del Golfo y el de Sinaloa (que encabeza el prófugo Joaquín 'El Chapo' Guzmán), dos de los más poderosos del país.
"Estos dos (cárteles) son los responsables más probables, pero no importa cuál sea. Estoy seguro de que van a llegar a niveles mayores de violencia con actos cada vez más creativos", dijo Edgardo Buscaglia, asesor de las fuerzas de operaciones de paz y profesor visitante del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), a la AFP.
Al involucrarse en la lucha antidroga, los militares se están convirtiendo cada vez más en objetivo de los cárteles, que a su vez están inmersos en una guerra por el control de las rutas de tráfico de droga hacia Estados Unidos.
Según Buscaglia, este impactante suceso no supondrá ningún punto de inflexión en la lucha entre los narcotraficantes y las fuerzas de seguridad. "Vienen matando militares desde hace mucho tiempo, han tirado granadas contra la población (...) Es la tendencia normal de incremento de violencia que sucede cuando el Estado no desmantela las estructuras financieras de las organizaciones criminales y sólo se dedica a perseguir físicamente a sus miembros", consideró el experto.
A los grupos narcotraficantes se les atribuyen la mayoría de los más de 5.300 asesinatos en lo que va de año, una cifra que dobla ampliamente la de todo 2007, en un país donde 98% de los crímenes quedan impunes, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Junto a la escalada del número de crímenes también se ha multiplicado el nivel de crueldad. Las decapitaciones se han convertido en 2008 en una nueva marca de los asesinatos del crimen organizado. Precisamente en Acapulco se hallaron en 2006 los dos primeros cuerpos descabezados frente a instalaciones policiales.