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Desde San Pablo
El gobierno de Brasil anunció ayer que recortará hasta siete mil millones de dólares en gastos corrientes del aparato del Estado, para cumplir con sus metas de superávit primario. En tanto, la inflación sufrió una desaceleración que se explica por la retracción del consumo en el último mes de masivas protestas contra ciertas políticas gubernamentales.
El ministro de Economía, Guido Mantega, anunció que la próxima semana la presidenta Dilma Rousseff pondrá en marcha la reducción del gasto, aunque aclaró que no se verán afectadas las inversiones ni los planes sociales. “El recorte será en gastos corrientes de la máquina estatal, como viajes, servicios de terceros y alquileres”, explicó Mantega a la señal TV Globo. Según Mantega, el objetivo es llegar al 2,3% del PBI de superávit primario (ahorro para pago de intereses de deuda) sin necesidad de aumentar impuestos.
Por otra parte, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) informó que junio tuvo una inflación del 0,26% contra el 0,37% registrado en mayo. Pese a esta desaceleración, el cálculo de la inflación acumulada en el último año alcanza el 6,7%, por encima de la meta oficial de 6,5%.
De acuerdo con el IBGE, la ola de protestas que sacudió al país en las últimas semanas fue positiva para la lucha contra la inflación porque se cerraron comercios y el efecto fue que se redujo el consumo.
