Dilma Rousseff se defendió este lunes ante los senadores que deciden su destitución en Brasil en el que sería, si se cumplen las previsiones, su último y más dramático acto. La suspendida presidenta denunció un "golpe" de un "gobierno usurpador" al comparecer en el juicio político en su contra. "No cometí ningún crimen", se defendióen el Senado.
También llamó al Senado brasileño a votar contra su destitución e impedir "un golpe de estado", antes del fin de su juicio político que, si se cumplen los pronósticos, dejará a la izquierda fuera del poder del gigante sudamericano.
"Estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado", denunció Rousseff durante su defensa en el Senado. Y "si se consuma, resultará en la elección indirecta de un gobierno usurpador", añadió la exguerrillera de 68 años, quien repitió que es "inocente".
Esta es la primera oportunidad que tuvo la mandataria de defenderse en el Congreso. Y es la última carta antes de la votación que decidirá si la destituye o no, probablemente este martes.
"Lucho por la democracia, por la verdad por la justicia. Lucho por el pueblo de mi país", dijo al pleno de 81 senadores, convertidos en una especie de Gran Jurado.
Cada vez más aislada políticamente, agobiada por la peor recesión económica desde los años 1930 y con su partido ametrallado por denuncias de corrupción, Rousseff fue suspendida de su cargo en mayo por acusaciones de maquillar las cuentas públicas.
En el Senado, Rousseff dio un mensaje de 30 minutos y luego fue interrogada por detractores y aliados bajo la mirada de Luiz Inácio Lula da Silva, su padrino político y la figura que encarnó el despegue de Brasil, el éxito de la lucha contra la pobreza y el presidente más popular de la historia moderna.