“Bienvenidos a Dismaland...la vida no es siempre un cuento de hadas” es el mensaje que repite el altavoz a los asistentes que se atreven a cruzar sus puertas. Se trata del parque que inauguró recientemente el artista graffitero Banksy en una pequeña localidad perdida de la costa oeste de Inglaterra.
En Dismaland, a diferencia de Disneyland, nada parece estar hecho para la felicidad del visitante. Al contrario de su “hermano bueno”, este “parque del desconcierto” (bemusement park, como lo llama el propio artista) está concebido para dar un baño de la más cruda realidad al visitante que se anime a pisar sus instalaciones.
La muestra provocativa y polémica, llamó la atención de miles de curiosos que se acercan hasta allí y hasta hacen cola para visitarla. Allí se puede encontrar, entre otras atracciones, un castillo que se cae a pedazos, que recuerda al emblemático que se encuentra en los parques de Disney; una Cenicienta muerta siendo fotografiada por paparazzis tras un accidente con su carroza, y varias balsas con migrantes subsaharianos, que pueden ser pilotadas por los visitantes en su intento de encontrar algún puerto europeo que los quiera recibir, sorteando a los ya varios cuerpos ahogados que se encuentran en el agua.
Desde la misma entrada, se somete a una incómoda recepción al visitante, que son revisados exhaustivamente por guardias de seguridad falsos, cuyas insignias son ridiculizadas. La burla al poder y a la autoridad es una constante en la obra de banksy y en este parque se plasma en todas sus vertientes posibles.
El artista recurre a la burla a partir del propio nombre del parque, jugando con el significado de la palabra en inglés dismal (deprimente) y utilizando la fuente de letra del famoso parque de disney. Incluso en su web se refiere directamente a la gran multinacional del entretenimiento para niños: "Se prohíben estrictamente pinturas en aerosol, rotuladores, cuchillos y representantes legales de la Corporación Walt Disney".
Cada una de las atracciones que conforma el bizarro parque, son una crítica en si mismas al consumismo, los bancos, el maltrato animal y las políticas migratorias. Conceptos como la felicidad, entendida dentro de la lógica del sistema capitalista, son banalizados y ridiculizados por el graffitero a través de todas las obras que se encuentran en el parque.
Dismaland no ofrece muñecos con ganas de abrazar, sino empleados deprimidos y enojados, que no permiten las risas entre los visitantes. Para formar parte del ambiente de forma más adecuada, también se regalan globos con la leyenda “Soy un imbécil”. Todo aquí apela al humor negro, para cuestionar la realidad que impera en el mundo actual en el que vivimos.
El controvertido parque cuenta además con 10 obras del artista Banksy y otras 58 de varios artistas internacionales procedentes de 17 países. Entre ellos se pueden encontrar algunos famosos como Damien Hirst o Jenny Holzer y otros desconocidos, todos tratados como iguales.
Banksy se ha convertido con el tiempo en uno de los artistas más creativos, innovadores y misteriosos, ya que a día de hoy no se conoce su identidad. Entre sus intervenciones más conocidas, se encuentran sus famosos grafitis en el muro de Gaza, la exposición de un elefante vivo o la venta por unos pocos dólares de decenas de sus valiosísimas obras en un puesto callejero de Nueva York.