El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, atraviesa una nueva tormenta política a raíz de la forma en que manejó los archivos vinculados a la investigación del caso Jeffrey Epstein, el multimillonario financista pedófilo y vinculado al poder. Lo que comenzó como una promesa de transparencia absoluta terminó generando divisiones internas, tensiones con figuras clave del movimiento MAGA, y una caída visible en los índices de aprobación del mandatario.
La publicación, el 14 de julio, de un informe conjunto del Departamento de Justicia y el FBI concluyendo que no existe una "lista de clientes" y que la muerte de Epstein fue un suicidio, reactivó las sospechas de encubrimiento que persisten desde 2019.
Pero esta vez, la frustración no provino de la oposición demócrata ni de los sectores progresistas, sino del propio electorado trumpista. El núcleo duro de votantes que exigía justicia, transparencia y nombres, siente que fue "traicionado" por su líder, quien había prometido en campaña que desclasificaría por completo todos los archivos del caso Epstein, sobre el que imperan incluso teorías conspirativas sostenidas por algunos de sus seguidores.
Trump profundiza la caída en las encuestas a raíz del caso Epstein
A pesar de que Trump intentó hacer un control de daños de la noticia, publicando reiteradamente en sus redes sociales, el costo político no tardó en reflejarse en las encuestas. PERFIL accedió al reporte Rasmussen, una de las encuestadoras más utilizadas por la Casa Blanca que además es una de las que reaccionaron primero al termómetro social, en función del revuelo en torno al abrupto cierre del caso Epstein.
Según el informe que publica a diario su "Índice de aprobación de Trump", mostró una caída significativa en la aprobación presidencial. El 1 de julio, el índice neto era de -3. Quince días después, tras la publicación del informe, se ubicó en -10, con una mayoría del 51% desaprobando su gestión.

El promedio nacional de encuestas, elaborado por el sitio web RealClearPolitics, confirma la tendencia, a pesar de que la mayoría de las encuestadoras todavía no publicaron la medición a partir del 14 de julio, al cierre de esta nota. Según la medición, Trump acarrea un 45,5% de aprobación contra 50,2% de desaprobación, un saldo negativo de 4,7 puntos. La encuesta de Morning Consult fue una de las más contundentes: entre el 3 y el 9 de junio, Trump tenía un 50% de aprobación. En la medición del 4 al 10 de julio, cayó a 44%, una baja de 6 puntos.
Por su parte, la encuesta de The Economist/YouGov a la que accedió este medio, realizada entre el 11 y el 14 de julio, expone el deterioro de su imagen: un 56% de imagen negativa, y solo un 40% de favorabilidad total. Entre los votantes de entre 18 y 29 años, la desaprobación llega al 67%, una señal preocupante para una campaña que necesita ampliar su base.
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Incluso encuestas más favorables, como la del Napolitan News Service, muestran un retroceso. Aunque mantiene un 50% de aprobación, su ventaja sobre la desaprobación cayó de 4 puntos a 3, en el margen de error.
De la fractura del MAGA al reclamo de Elon Musk
En junio de 2024, Trump había declarado públicamente que, si era reelecto, desclasificaría por completo todos los archivos del caso Epstein. Su fiscal general, Pam Bondi, reforzó la idea en febrero de este año, cuando anunció la publicación de documentos que incluirían información sensible sobre figuras públicas relacionadas con el financista condenado por pederastia y tráfico sexual de niños y adolescentes.

Sin embargo, en los hechos, el proceso de apertura quedó limitado. El primer lote de documentos, publicado en febrero, incluía menciones tanto a Trump como a Bill Clinton, pero sin ninguna acusación formal. El nuevo informe del 14 de julio, en lugar de ampliar la transparencia, cerró la puerta a cualquier nueva revelación: concluyó que Epstein actuó solo, que no hay evidencia de una red de protección, y que no existen listas con nombres de clientes.
Para una parte importante del movimiento MAGA —que ve en el caso Epstein una muestra del poder oculto de las élites— esto fue un golpe directo a su confianza en Trump, quien conformó su carrera política en función de su condición de "outsider", es decir, anti establishment (o anti "casta política", en clave mileísta).
La reacción de las bases del trumpismo, en tanto, fue inmediata. Figuras influyentes dentro del ecosistema populista-conservador del MAGA comenzaron a expresar públicamente su descontento. Laura Loomer y Benny Johnson, dos de los comunicadores más seguidos en redes sociales por votantes de ese espectro político, instaron al presidente a "hacer algo", incluso a nombrar un fiscal especial para investigar el caso por fuera del Departamento de Justicia.
En tanto, fue la fiscal Pam Bondi quedó en el centro de la crítica por no haber cumplido con las expectativas de transparencia. Según informaron medios estadounidenses, Dan Bongino, exagente del Servicio Secreto y actual subdirector del FBI, se habría enfrentado con la funcionaria por el tratamiento de los archivos. Trump, lejos de tomar distancia, salió a respaldar públicamente tanto a Bondi como a Bongino, lo que profundizó la percepción de desorden interno.

Por su lado, desde su red social Truth Social, Trump escribió que "no le gusta lo que está pasando" entre sus bases, en una aparente referencia a los cuestionamientos internos. "¿Qué está pasando con mis chicos y, en algunos casos, chicas? ¡Todos van detrás de la fiscal general Pam Bondi, que está haciendo un TRABAJO FANTÁSTICO!", escribió Trump en Truth Social el sábado por la noche. El mensaje fue un intento por frenar el aluvión de críticas dirigidas a Bondi, una figura central en la revisión de los "archivos Epstein".
A su vez, Mike Davis, abogado cercano al entorno presidencial, explicó que el Departamento de Justicia “quiere transparencia”, pero está limitado por normas legales, como el sigilo del gran jurado, la protección a víctimas y la confidencialidad de ciertos registros judiciales. No todos quedaron conformes con esa explicación.
El caso había vuelto a quedar bajo escrutinio, una vez más, tras la escandalosa pelea entre Donald Trump y su exaliado político, Elon Musk, después de que este último dejara el gabinete del republicano en mayo.
En ese momento, Musk, indignado por una ley impulsada por la Casa Blanca, acusó sin pruebas a Trump de estar en los archivos Epstein, alegando que ese era el motivo por el que no se hicieron públicos después de que asumiera su segundo mandato. Ahora, el dueño de SpaceX redobló la apuesta y publicó, en medio del escándalo: "En serio. Dijo 'Epstein' media docena de veces mientras les decía a todos que dejaran de hablar de Epstein. Simplemente publiquen los archivos como prometió".

"Epstein, una y otra vez"
Frente al cuestionamiento, Trump no solo defendió a su funcionaria sino que intentó redirigir la atención hacia sus prioridades electorales. "Las elecciones de 2020 fueron amañadas y robadas", reiteró, e instó a sus seguidores a "centrarse en el fraude electoral" y "dejar que Pam Bondi haga su trabajo". Sin embargo, las palabras del mandatario estadounidense no lograron apaciguar a una base radicalizada que considera la publicación del informe como una "traición".
Pero lo que más molestó del cambio de tono de Trump hacia el escándalo que sacudió el seno del poder en EEUU, es que contrastó con sus promesas anteriores. Durante la campaña electoral de 2024, el presidente había insinuado que su administración revelaría los archivos sobre Epstein. La fiscal Bondi incluso había dicho en febrero que la supuesta lista de clientes "estaba en su escritorio" y que revisaría "muchos nombres" y "registros de vuelo".
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Pero el informe final fue tajante. Según el Departamento de Justicia, no hay evidencia de una red de chantaje, ni pruebas que sugieran asesinato. La causa oficial: suicidio. "Durante años, es Epstein, una y otra vez", escribió Trump, quejándose del revuelo que generó el informe final sobre el caso. "¿Por qué estos Lunáticos de la Izquierda Radical no publicaron los Archivos Epstein? Si había ALGO allí que podría haber perjudicado al Movimiento MAGA, ¿por qué no lo usaron?", ironizó a continuación, en relación a referentes del partido demócrata.
Epstein, un fantasma que acecha a Trump
Para Trump, el caso Epstein es especialmente delicado. Si bien no enfrenta ninguna acusación formal, hay fotografías y testimonios que lo vinculan con el financista en años anteriores. En 2002, incluso llegó a decir públicamente que Epstein era un “tipo fabuloso”. Aunque posteriormente se distanció, ese vínculo sigue generando sospechas entre sus críticos y, ahora, desconfianza en sus seguidores.

La narrativa trumpista se ha construido sobre la promesa de "limpiar el pantano", de enfrentarse al poder encubierto y restituir la justicia. Pero cuando esa justicia no llega —y, peor aún, cuando parece archivarse— el efecto rebote es inevitable. Voces como la de Marjorie Taylor Greene, congresista republicana cercana a Trump, ya han pedido "revisar la actuación" de la cartera de Justicia en el caso. Otros sectores activistas advierten que la polémica podría desviar la atención de los ejes de campaña como la economía o la inmigración, dos áreas donde Trump mantiene todavía ventaja narrativa.
A medida que se acercan las primarias legislativas de otoño, y con la vista puesta en la elección presidencial de 2026, la Casa Blanca enfrenta un dilema: insistir en que el caso está cerrado o abrir una nueva etapa de revisión bajo presión pública. Nombrar un fiscal especial, como reclaman sectores del MAGA, implicaría admitir que el Departamento de Justicia no fue suficiente. Pero no hacerlo puede seguir alimentando la percepción de encubrimiento.
CD / Gi