Por Guillermo Piro (*)
El arquetipo del lugar de descanso se parece mucho a una playa de ensueño con palmeras, arena dorada o blanca y el mar calmo que acaricia la orilla ganando terreno a cada minuto, con promiscuidad y lentitud gatuna.
El agua es cálida y hospitalaria, no rechaza al que se adentra en sus profundidades; es clara y mirando con atención puede verse sin mucho esfuerzo la fauna yendo y viniendo, histérica, circunspecta y hambrienta, siempre hambrienta.
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