La diplomacia del Tomahawk llegó para quedarse en la Casa Blanca. El presidente Donald Trump sacó músculo militar y elogió ayer el ataque aéreo lanzado contra el régimen sirio, al asegurar que “no podría haber tenido un resultado mejor”. “¡Misión cumplida!”, dijo el jefe de Estado, parafraseando al ex mandatario George W. Bush. Su embajadora ante la ONU, Nikki Haley, amenazó con otro ataque si el dictador sirio Bashar al-Assad utiliza nuevamente armas químicas.
Según el Pentágono, los 103 misiles disparados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia provocaron un daño considerable en el “corazón” del programa de armas químicas de Bashar al-Assad. “Estados Unidos está cargado y con el dedo en el gatillo. Cuando nuestro presidente traza una ‘línea roja’, la aplica”, amenazó la embajadora Haley.
Samantha Power, antecesora de Haley durante la presidencia de Barack Obama, calificó los bombardeos como “una respuesta apropiada al monstruoso y repetido uso de armas químicas de Al-Assad”, pero cuestionó que el gobierno de Trump no tenga otra estrategia más que “tuitear y bombardear”.
Los tres sitios atacados –uno cerca de Damasco y dos en la provincia de Homs– habían sido evacuados días atrás. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó que los blancos eran sucursales del Centro de Estudios y de Investigaciones Científicas de Siria (CERS), una entidad que depende del Ministerio de Defensa y desarrolla el programa clandestino de armas químicas.
La agencia estatal siria SANA informó que tres civiles resultaron heridos en Homs, luego de que la defensa antiaérea siria “desviara” algunos proyectiles. Moscú, en tanto, afirmó que 71 misiles de crucero fueron interceptados en el aire por las defensas sirias y agregó que no hubo víctimas fatales.
La Casa Blanca sospecha que Damasco atacó el 7 de abril a los rebeldes en Duma, Guta oriental, con gas sarín y cloro, provocando 85 muertos. La reacción militar del viernes por la noche no es la primera desde que Trump llegó al poder. En abril de 2017, Estados Unidos había disparado 59 misiles Tomahawk contra una base militar siria, en represalia por el supuesto uso de ese agente neurotóxico en la localidad de Jan Cheijun.
Reacción. Al-Assad aseveró que la “agresión” reforzó “su determinación de seguir luchando y aplastar al terrorismo”, un término con el que designa a los rebeldes yihadistas que buscan derrocarlo.
La guerra civil dejó en siete años más de 500 mil muertos, 6,1 millones de desplazados y 5,5 millones de refugiados. Nadie en la Casa Blanca, el Kremlin, el Elíseo y Downing Street movió un dedo para detener el baño de sangre. Sus líneas rojas, al parecer, no incluyen a los civiles sirios.