agencias
Washington
Las elecciones legislativas del próximo martes –las últimas bajo la gestión de Barack Obama– estarán marcadas por las grandes donaciones de las corporaciones y de poderosos grupos de interés en el financiamiento de las campañas demócratas y republicanas. Las firmas de Wall Street –que robustecieron las arcas de la oposición–, las multinacionales y las élites desplazaron definitivamente a la clase media en las donaciones a los distintos candidatos al Senado, la Cámara de Representantes y a las gobernaciones.
El monto total recaudado ascendió a 3.670 millones de dólares y no superó a las últimas legislativas. Lo que sí aumentó fue el aporte de los llamados “grupos externos”, así como una concentración del dinero en menos contribuyentes. En total, las empresas de Wall Street donaron 171 millones de dólares, más que cualquier otra industria o grupo de interés. De ese dinero, 62 millones fueron a parar a manos de candidatos republicanos y 45 millones a organizaciones conservadoras que apoyan a esos mismos postulantes.
Para los demócratas, sus grandes aliados fueron los bufetes de abogados, que en total entregaron 66,4 millones a sus candidatos, mientras que le cedieron 28,4 millones a los republicanos.
Finalmente, los SuperPAC, comités de acción política capacitados para recibir ilimitadas sumas de dinero, ejercieron un papel importante en las campañas negativas, que fueron autorizadas de forma ilimitada por un fallo reciente de la Suprema Corte norteamericana.
Los mayores donantes individuales fueron el multimillonario de los fondos de inversión Tom Steyer, que contribuyó a las iniciativas medioambientales demócratas con 73 millones de dólares, y el ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, que aportó otros veinte millones.
La metamorfosis del perfil de los donantes sucedió en los últimos cuatro años, tras el fallo del Tribunal Supremo a favor del grupo de presión conservador Citizens United, que permitió a las corporaciones gastar sumas ilimitadas de dinero en anuncios y otros instrumentos políticos a favor y en contra de los candidatos. Más allá del dinero que recaudó para candidatos demócratas, el rol de Obama quedó desdibujado, por su escasa intervención en la campaña, tras la crisis del Ebola y la irrupción de Estado Islámico en la agenda de la Casa Blanca.