INTERNACIONAL
halcones y palomas en teheran

El acercamiento a Occidente dispara una interna feroz en el poder de Irán

El diálogo nuclear abrió una guerra por el futuro del país. Los conservadores atacan el plan reformista del presidente Rohani y lo acusan de traidor a la Revolución. El factor ayatolá.

Por ahora, aliados. El presidente Rohani (izq.) impulsa negociaciones con los EE.UU. El ayatolá Khamenei (der.) lo apoya, con reservas.
| AP / AFP

Para Irán, las negociaciones sobre su programa nuclear con los Estados Unidos y otras potencias implican mucho más que un acercamiento a Occidente. La enemistad con Washington y sus aliados ha sido una de las razones de ser del régimen de Teherán desde la Revolución Islámica en 1979, de forma que el diálogo impulsado por el presidente Hassan Rohani pone en entredicho uno de los rasgos esenciales del Estado iraní y abre interrogantes sobre el rumbo futuro del país. Visto desde esa perspectiva, no resulta sorprendente que las conversaciones nucleares hayan desatado una de las internas políticas más feroces de las últimas décadas en el seno del poder en Irán.

La posibilidad de firmar un pacto serio en torno a la cuestión nuclear con el gobierno estadounidense es asemejable a lo que significa hoy para Cuba el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Washington: sería un hecho inédito, un hito histórico, y como tal abriría caminos hasta ahora inexplorados por la República Islámica. Ante esa eventualidad, el sistema político iraní se convirtió en las últimas semanas en una versión persa de batalla entre “halcones” y “palomas”.

Los conservadores –que dominan en el Parlamento, la Justicia y las fuerzas de seguridad– se han puesto en pie de guerra contra el reformista Rohani y buscan boicotear su proyecto aperturista, del que en buena medida dependerán las chances de los moderados en las elecciones legislativas del año próximo. Piden la cabeza del canciller Mohammad Javad Zarif, del riñón de Rohani, quien dirige los diálogos nucleares y se ha mostrado paseando y riendo junto al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, durante su último encuentro en Ginebra, en enero. Diputados conservadores llegaron a pedir que testifique ante la Asamblea legislativa.
También le achacan haberse reu-nido por el tema nuclear con su par francés, Laurent Fabius, en plenas protestas en el mundo islámico por la publicación de caricaturas de Mahoma en la revista Charlie Hebdo. “Su paseo con el secretario de Estado norteamericano y su visita a Francia después de que Charlie Hebdo insultara varias veces al profeta no resultan dignos del ministro de Exteriores de Irán”, le enrostraron. En respuesta, Rohani acusó a sus detractores de ser “hinchas que aplauden al equipo contrario”.

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Los conservadores acusan al Ejecutivo de obviar los principios de la Revolución Islámica y de atentar contra los intereses de la nación. “Hay un gran enfrentamiento en el seno del régimen en torno al futuro del país –dijo a PERFIL el investigador iraní Alex Vatanka, del Middle East Institute–. Se trata de ser ‘revolucionario’ o de ir hacia el statu quo de un Estado normal. Por el momento, Rohani y su equipo están intentando demostrar que su visión funcionará, pero mucha, si no toda su credibilidad, dependerá del resultado de las conversaciones nucleares”.

El factor Khamenei. En la interna iraní gravita además la postura del ayatolá Alí Khamenei, líder supremo del régimen, quien hasta ahora apoya con muchas reservas las conversaciones nucleares. “Yo no estoy en contra de las negociaciones; que los negociadores negocien hasta donde quieran –ha dicho en respaldo a Zarif y Rohani–. Considero que hay que depositar las esperanzas en los puntos prometedores, y no en aspectos imaginarios”. No obstante, Khamenei también expresa su disgusto por el hecho de que Washington rechaza retirar las sanciones contra Irán de una sola vez.

En opinión del profesor Meir Litvak, director del Centro de Estudios Iraníes de la Universidad de Tel Aviv, “Khamenei apoya las negociaciones nucleares porque entiende el precio económico que Irán está pagando, pero también ha dicho que prefiere no firmar acuerdo alguno antes que firmar un mal acuerdo para Irán”. En efecto, Zarif tiene un escaso margen de maniobra en el diálogo con las potencias occidentales debido a las condiciones impuestas por el ayatolá.

Según Litvak, “a Khamenei le resulta provechoso jugar entre los conservadores y Rohani manteniéndose por encima de ambos bandos, y obligándolos a depender de él”. El solo hecho de que el ayatolá deba interceder para mantener el equilibrio indica que algo se está moviendo en Irán.

 

Washington aumenta la presión

El secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, aseguró ayer en Londres que todavía quedan “lagunas importantes y camino por recorrer” en las negociaciones con Teherán sobre el programa nuclear iraní.
En una conferencia de prensa en la capital británica, donde se reunió con su par Philip Hammond, el jefe de la diplomacia estadounidense también advirtió que el presidente Barack Obama no tiene “la más mínima intención” de extender las negociaciones más allá de la fecha límite del 31 de marzo para llegar a un acuerdo válido en el marco político.
Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Alemania y Gran Bretaña) buscan llegar a un acuerdo que habilite a Teherán a mantener ciertas actividades nucleares civiles con la garantía de su carácter pacífico, a cambio de levantar sanciones económicas internacionales impuestas contra la República Islámica.